Presentar el debate que está a punto de culminar la izquierda abertzale como una respuesta a supuestas urgencias electorales es un ejercicio de cinismo táctico por parte de Alfredo Pérez Rubalcaba y de tacticismo cínico en el caso de Antonio Basagoiti. El ministro de In- terior sabe de primera mano que si la izquierda abertzale hubiera primado su interés de estar en las urnas sobre la necesidad de avanzar hacia un marco con nuevas reglas de juego democráticas, tuvo en su mano en 2007 la oportunidad de hacerlo. Conoce Rubalcaba que ése no es el objetivo, pero le conviene poner ahí el foco. En cuanto a Basagoiti, lo que le ocurre es que ve que si las elecciones se dan en condiciones democráticas sus aspiraciones pueden verse muy mermadas, y trata de presionar al Gobierno español para que no lo consienta. A nadie se le oculta que la izquierda abertzale aspira no sólo a medirse en las urnas, sino a obtener los mejores resultados posibles, pero su supervivencia no depende de ello. Si no, repasen los augurios de 2003 sobre la inminente desaparición de Batasuna sin representación municipal y foral y sin las subvenciones consiguientes y contrástenlas con la realidad actual.

El movimiento de la izquierda abertzale es de mucho mayor calado. Su pretensión es la de alterar los parámetros actuales del conflicto, a los que considera que el Estado está perfectamente acomodado, y llevarlo a un nuevo estadio donde la confrontación se desarrolle única y exclusivamente por vías democráticas. Y su base social está ya cerrando el debate sobre las fórmulas más adecuadas para ello.

En este contexto cabe inscribir el último comunicado de ETA. Es sobre todo destacable que una organización que históricamente ha defendido su condición de vanguardia escriba ahora que «la izquierda abertzale, que es el motor de la lucha de este pueblo, ha hablado y ETA hace suyas esas pa- labras». No era éste el momento de esperar anuncios de treguas o ceses de la lucha armada que, por cierto, como se dice en el comunicado, no traerán por sí mismas y sin más que haya un proceso democrático. Lo esencial es observar que el interés por crear disensiones o escisiones no ha fructificado y, por lo tanto, las conclusiones que la izquierda abertzale obtenga de su debate interno -que se conocerán en unas semanas- habrán de ser las que marquen el camino del futuro bajo la dirección que están trazando las bases de Batasuna.