NBA
La evolución amenaza a los gigantes de siete pies
Los pivots han escrito letras de oro en la historia de la NBA, pero en la actualidad la figura del cinco dominante parece en vías de extinción.
Izkander FERNÁNDEZ
Ya sea una cuestión genética o no, cada vez resulta más difícil encontrar jugadores de más de siete pies (213 centímetros) con las aptitudes y actitudes suficientes como para dominar las zonas. Lo que ha sido una tónica a lo largo de la historia de la NBA, que el puesto de pívot estuviese ocupado por gigantes encargados de atemorizar al rival gracias a su envergadura, comienza a ser algo difícil de encontrar en la actualidad. La llama de los George Mikan, Wilt Chamberlain y Will Russell, siguió viva en los 70 y 80 gracias a la presencia de Kareem Abdoul Jabbar y se mantuvo en los 90 con Hakeem Olajuwon y Patrick Ewing. Shaquille O'Neal ha sido el último gigante de más de siete pies en ejercer y Yao Ming parece condenado a quedarse en eterna promesa.
En la última década, la liga ha asistido a una evolución en las posiciones interiores que parece que puede acabar con la figura del cinco tradicional. Son varios los jugadores que gracias a su versatilidad han mutado hacia la posición de ala pívot o de alero. Son los casos de Tim Duncan, Kevin Garnett, Pau Gasol y Dirk Nowitzki, grandes estrellas de la liga con todo lo necesario para ser pivots pero que por una razón o por otra se niegan a aceptar dicha denominación.
George Mikan, de los Minneapolis Lakers, fue el primer gran pívot de la historia. Mikan revolucionó el juego interior de los años 50 gracias a una formación autodidacta que le sirvió para asentar las bases del baloncesto ofensivo de las próximas décadas. Cuando los Lakers llegaron a Los Angeles se encontraron con otro gigante, Wilt Chamberlain, una auténtica bestia que a día de hoy todavía conserva el récord anotador en un partido con 100 tantos. Aunque este hito no lo logró en los Lakers, sino en los Sixers de Philadelphia.
Los Lakers parecen haber sido los grandes acaparadores de grandes pivots. Así, Kareem Abdul-Jabbar volvió a reinventar la posición sobre todo en tareas ofensivas gracias al perfeccionamiento de su particular gancho de cielo. Por último, la historia moderna quiso que Shaquille O'Neal firmase sus mejores días en la franquicia californiana.
También Boston Celtics, con la figura de Will Russell, y Houston Rockets, con Hakeem Olajuwon y Yao Ming, han sido parte de la historia de los grandes dominadores del juego interior.
La evolución ha sido clara: Mikan era un anotador que intimidaba, Chamberlain era un prodigio físico, Russell era más versátil, Jabbar más anotador y, posiblemente agitando todo, Olajuwon y O'Neal sean el resultado de años de progresión.
Hoy por hoy no es fácil describir cual es la clase de pívot que impera en la liga. Casi todos los cincos actuales poseen más versatilidad que sus antepasados y no se limitan a vivir cerca del aro. Al Holford, el cinco de los Hawks de Atlanta, asegura que «prefiere poseer cosas nuevas para un cinco» mientras que Channing Frye, de Phoenix Suns, pasa por ser el jugador que más triples lanza y anota en su franquicia.
Desde Dwight Howard, lo más cercano a un cinco clásico en los últimos años, hasta David Lee, pasando por Frye, Holford o Chuck Hayes, la posición de pívot es variopinta. Y la lesión de Yao y la edad de Shaquile parece que pueden acelerar la desaparición de una de las figuras más apasionantes del baloncesto.
Chaning Frye, pívot titular de los Phoenix Suns, es el máximo lanzador y encestador de triples de su franquicia y en la actualidad es el segundo máximo anotador de tiros de tres de la competición.
El cinco titular de los New York Knicks, David Lee, emuló al mejor Kevin Garnett la madrugada del domingo con 26 puntos, 17 rebotes y 9 asistencias pero esto no le sirvió a su equipo para derrotar a Detroit.
Si existen dos pivots diferentes en una liga repleta de pivots peculiares, esos son Chuck Hayes (Houston Rockets) y David Lee (New York Knicks). Hayes es rocoso y voluntarioso en defensa, lo que le convierte en un rival duro de pelar cuando se enfrenta a pivots más altos que él. Algo que ocurre a menudo ya que Hayes ni siquiera alcanza los dos metros. La lesión de Yao Ming, que no volverá a las canchas hasta el año que viene, otorgó la titularidad a Hayes y cuando éste esperaba «ser un ala pívot más en un equipo con dos pequeños y tres grandes», acabó por acometer las labores de hombre alto sin llegar a serlo. Lee, algo más alto con 2,06, posee todo el talento ofensivo que le falta a Hayes. Habilidoso con el balón y gran conocedor del juego, el rubio jugador de los Knicks es capaz de rebotear como el que más, subir la bola como si fuera un base y lanzar de larga distancia como si de un escolta se tratase.I.F.