Mercado falseado, políticos cargados de sacos de billetes, desafíos a los investigadores: el escándalo de financiación oculta que golpea al número dos del partido en el poder, Ichiro Ozawa, desestabiliza al Gobierno de centroizquierda en Japón.

El escándalo, que desde hace semanas llena los titulares de la prensa, monopolizó la atención, ayer, de la apertura de la sesión parlamentaria y ha supuesto una caída del primer ministro, Yukio Hatoyama, en los sondeos.

La Fiscalía de Tokio sospecha que el equipo de Ozawa, el secretario general del Partido Demócrata de Japón (PDJ, de centroizquierda, en el poder), ocultó al fisco 400 millones de yenes [3 millones de euros], que se emplearon para comprar un terreno en Tokio a nombre de la cuenta de su fondo de campaña en 2004.

Tres personas vinculadas a Ozawa fueron detenidas el viernes y el sábado por los investigadores en medio de una multitud de cámaras, mientras Ozawa prometía luchar contra la Fiscalía.

Un joven diputado del PDJ y el antiguo responsable de los fondos de campaña de Ozawa están acusados de haber recibido cada uno 50 millones de yenes [375.000 euros] de la empresa Mizutani Construction.

Estos fondos se habrían destinado, según los investigadores, a otorgar el permiso de construcción de un pantano en Iwata a cambio de apoyo a Ozawa en las elecciones. Una parte de esta cantidad se habría destinado a pagar el terreno de Tokio que está siendo investigado.

Estas revelaciones han provocado tensiones en el PDJ, que expulsó al Partido Liberal Demócrata (PLD, derecha) del poder en setiembre con la promesa de luchar contra la corrupción, además de redistribuir la riqueza entre los japoneses.

«Voté por el PDJ esperando que cambiase la política, pero me he dado cuenta de que hace lo mismo que el PLD», critica Umeji Sasaki, actor de 64 años.