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CRíTICA ópera

Ernani: ópera o drama lírico en cuatro actos

OTXANDIO

Causó buen impacto la escenificación de un ojo de buey ojival sobre el cual, por luces cual vidrieras coloreadas, los cuatro protagonistas de la obra verdiana, además de los varios coros de blancas, graves o mixtos pulularon por encima de él con no poca preocupación.

El bandolero Ernani y su compañía soñaron en las montañas con lograr el amor de Doña Elvira, sobrina del viejo noble Don Ruy da Silva, enamorado también junto al Rey de España. Una mujer y tres pretendientes.

No acierta Ernani, vestido de peregrino, solicitando hospitalidad en el Castillo del viejo Ruy. Éste lo descubre y, al aunarse con el joven Ernani contra el rey, le exige una garantía futura: un sonido de cuerno, anuncio de muerte, segaría su futuro. Jurado.

En el Palacio reintegrado de Don Juan de Aragón ahora y antes el postergado bandolero Ernani, los jóvenes recién casados viven felices, pero suena el fatídico sonido del cuerno y rompe el idilio romanticista logrado. Ernani, fiel a su palabra, se mata hiriéndose con una daga.

El Verdi joven usa distintos efectos musicales, sobre todo de metodismo tanto instrumental como vocal, duetos alegres, concertantes, coros rocosos y nebulantes como corresponde a un argumento romántico, lirismo y drama enrevesados. Su impronta personal queda reflejada en la densa trama, aunque no haya arias de excepción y grabables.

En sí, tanto el tenor yendo de menos a más firme, la soprano lírica defensora del rol femenino bien coloreado, el Rey Barítono de buen trazo personal logró aplausos. Los coros acogieron con vigor sus actuaciones y complementaron a las cuatro figuras, y desde sus vestuarios plateados fundieron una sesión de recibo bien aplaudida por un inflamado público.

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