Para el presidente de Estados Unidos, «esta sentencia abre las compuertas para la entrada de una cantidad de dinero ilimitada procedente de intereses especiales en nuestra democracia. Concede a los grupos de presión nuevos motivos pra gastar millones de dólares en publicidad para que los cargos electos voten a su favor o para castigar a aquellos a los que no lo hagan», indicó Obama. «Este dictamen es un golpe a la democracia en sí misma», declaró el presidente negro en su discurso semanal.

En las campañas electorales estadounidenses de 2008, con la de las presidenciales a la cabeza, se gastaron unos 6.000 millones de dólares. De ellos, más de 1.000 millones procedían de grupos de presión y otras organizaciones de carácter privado. La decisión del Supremo, que contó con cinco votos a favor y cuatro en contra, «hará más difícil que se aprueben las leyes guiadas por el sentido común porque incluso las entidades foráneas tendrán permitido inmiscuirse en las elecciones», manifestó el inquilino de la Casa Blanca. En el fallo, la mayoría conservadora del tribunal indicó que los límites violaban el «derecho constitucional de las corporaciones a la libertad de expresión».

Felicidad republicana

Como contestación, Obama anunció la preparación de medidas en colaboración con el Congreso para obtener una respuesta «forzosa y bipartidista» a la sentencia. «Hemos comenzado a trabajar en ello, y será una prioridad para reparar el daño causado», aseguró.

Se espera que la decisión del Supremo desencadene un gran flujo de dinero para la campaña de las elecciones legislativas de este año, en la que los demócratas de Obama afrontan una dura lucha para retener el control del Congreso, ante la insatisfacción de los votantes por una tasa de desempleo en cifras de dos dígitos, el elevado déficit, el estancamiento político en Washington y otros asuntos.

Los demócratas temen que gran parte del dinero de las empresas que se destine a las campañas políticas vaya a partir de ahora a manos de los republicanos, que tradicionalmente son aliados de las grandes corporaciones del país.

Los republicanos ya se habían mostrado optimistas sobre el fin de las mayorías demócratas en la Cámara de Representantes y el Senado en las elecciones del próximo mes de noviembre. El control republicano tanto de la Cámara como del Senado podría paralizar la capacidad de Obama de aprobar iniciativas políticas cruciales.