El mejor presidente que entró sin elecciones ni programa
Joseba ITURRIA I
Hoy se recordará y homenajeará en Anoeta a una persona que para todos ha sido el mejor presidente de la Real, sin que para ello tuviera que entrar con elecciones ni con un programa. Al actual Consejo se le achaca la forma de entrar y no hacerlo con un «proyecto» cuando ojalá se hubiera presentado seis meses antes sin avisar con antelación como lo hizo y no hubiesen hecho público ningún programa, su gran error que sólo ha valido para que les pidan que cumplan su compromiso de irse al acabar la Ley Concursal.
La trayectoria de Orbegozo sirve para repasar la historia reciente de la Real y comprobar que el único modelo de gestión que ha funcionado es aquel por el que sus presidentes entraban al club cuando los sustituidos les elegían para seguir con una tarea ante la que no hay elección ni programa posible. Gestionar bien la Real se basa en intentar tener el mejor equipo gastando lo que puede generar, dos principios que sólo se han podido cumplir cuando se ha tenido claro que la cantera de Zubieta es la base para lograr ese equilibrio.
Cada vez que ha habido una elección en la Real, los ganadores han olvidado ese principio y los resultados deportivos y económicos han sido lamentables. Así sucedió en 1960 en la elección en la que los socios quisieron romper con la línea continuista y apostaron por el cambio que representaba Agustín Ziriza. Empezaron a llegar jugadores que no aportaron nada y desestabilizaron el vestuario y la Real bajó a Segunda en 1962 arruinada.
Entonces llegó al club Antxon Vega de Seoane y se estableció un modelo directivo que duró hasta el 2001, 40 años en los que la Real vivió sus mejores éxitos. Él, Orbegozo, Alkiza y Uranga accedieron a la presidencia después de haber conocido el club desde dentro como directivos y tras recibir el testigo y la confianza de su predecesor en el cargo para continuar con la única línea que podía seguir la Real.
Ninguno de ellos entró con unas elecciones ni un programa, les bastó su compromiso de dirigir a la Real de la única manera que podían hacerlo con mucha dedicación y sacrificio y sin recibir un euro a cambio. Porque lo importante no es cómo se entra, sino la labor diaria al frente del club y el balance que se realiza cada año ante los socios o accionistas, que aprobaban por unanimidad las gestiones y la continuidad de sus directivas.
En el 2001 se rompió este modelo válido con el inicio de los procesos electorales que obligaban a presentar programas o proyectos que nunca se han cumplido y que sólo han valido para dividir a la afición y llevar al club a la peor situación económica, deportiva y social de la historia. Una trayectoria decadente que encontró su máxima expresión en la era Badiola, que además sembró de dudas la gestión de Orbegozo, Alkiza o Uranga, no sólo la de Fuentes y Astiazaran, al intentar escandalizar con unas insinuaciones que en muchos casos estaban injustificadas. Unas declaraciones que vienen de una persona demandada por unas prácticas por las que se le acusa de intentar beneficiarse económicamente en perjuicio del club con unos movimientos contables de los que informa hoy GARA. Será muy difícil que, tras leer esa información en las dos páginas siguientes y ver lo que ha pasado tras su marcha hace un año y un mes, haya accionistas que no agradezcan su salida del club.