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Un paseo por las novedades expositivas de Europa aporta paradas como Boltanski, Groz, Ford o Warhol

Un brazo que lanza ropa usada al vacío, pinturas de animales a tamaño real manteniendo alegóricas luchas o el garaje que hubiera imaginado Andy Warhol son algunas de las sorpresas de las nuevas exposiciones que se han inaugurado en las capitales europeas.

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Un colosal brazo de hierro que arranca trapos de una imponente montaña de ropa usada y los eleva varios metros para dejarlos caer al vacío es la novedades del panorama expositivo de París. Esta imagen es la metáfora de la muerte colectiva, anodina y azarosa que propone el artista «post-conceptual» Christian Boltanski en el Grand Palais. Es la principal instalación de su obra «Personnes» pensada para el «Monumenta 2010», una muestra efímera que el Grand Palais de París consagra cada año a un artista contemporáneo vivo. Boltanski coge así el relevo del alemán Anselm Kiefer y el estadounidense Richard Serra de esta cita que supone Monumenta y que se está situando como indispensable en la agenda cultural de París. El entorno que ofrece el Grand Palais impresiona. En los 13.500 metros cuadrados que conforman el espacio de este extraordinario edificio de cúpulas de vidrio, paredes de piedra y arcos de metal, el artista deshumaniza el lugar, lo invade con una nube sonora con ecos industriales y convierte al individuo en un simple elemento a merced de un destino que no puede controlar. «Hago un paralelismo entre las ropas usadas y los cuerpos humanos», explica este parisino de 65 años.

La oferta de Berlín se bifurca en el mundo animal imaginado por la mente de Walton Ford y el Grosz más ácrata, agitador y puntilloso. Por un lado, la exposición «Bestiarium» del pintor estadounidense Ford hace su primera visita a Europa. El artista muestra cómo los seres humanos pueden llegar a imaginarse el mundo animal a través de cuadros de grandes dimensiones pintados a acuarela. La exposición que se podrá visitarse hasta el 24 de mayo en la capital alemana incluye un total de 25 cuadros que cuelgan de las paredes de la Hamburger Bahnhof, una antigua estación berlinesa convertida en museo. A primera vista, sus pinturas evocan los trabajos de los ilustradores franceses e ingleses del siglo XIX, aunque tras un examen más profundo, Ford deja a un lado lo natural para adentrarse en un universo pictórico lleno de complejas alusiones al mundo animal percibido por la mente del ser humano. Por otro lado, la Academia de las Artes berlinesa muestra una retrospectiva de George Grosz (1893-1959) que incluye los dibujos de su juventud, cartas y documentos que dejó en un viejo sótano de la capital alemana antes de exiliarse a EEUU. «Nadie como Grosz para representar la agitación y el combate, desde el arte, del capitalismo y el militarismo. Sus dibujos plasman unos sentimientos que nos sacuden a muchos en la sociedad actual. Era el momento de sacar sus dibujos del viejo baúl», dijo el presidente de la Akademie der Künste, Klaus Staeck.

Londres rinde, por un lado, un homenaje a las contribuciones de los científicos musulmanes, y a su vez presenta una colección sobre el arte de las falsificaciones. El Museo de las Ciencias presenta una exposición interactiva para recordar los grandes inventos que han llegado desde el mundo musulmán, como la cartografía mundial, la bomba de agua o el aún vigente sistema solar. Victoria&Albert Museum por su parte resalta el valor de esa otra cara de las falsificaciones, el arte que esconden. Antigüedades o cuadros falsos atribuidos a Giacometti y Bansky que se hubieran podido vender por calor de 4 millones de libras forman la muestra.

Viena, por último, se adentra en la visióndel auto como icono cultural que tenía Andy Warhol. El museo Albertina de Viena acoge una suerte de garaje gracias a la muestra "Cars" dedicada a Warhol, en la que recupera la serie que el artista realizó en 1986 para celebrar el centenario del fabricante de automóviles Daimler. Aquel encargo, que pretendía contar la historia del mítico fabricante germano de automóviles, quedó inconcluso por su inesperada muerte. Pero la mitad de obras que sí pudieron completarse están ahora visibles en Viena.

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