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Derrota en Riazor

Demasiadas adversidades

El Athletic cuajó un primer tiempo espectacular, pero su falta de puntería y el acierto de Aranzubia le impidieron anotar. Dos goles extraños del Deportivo y la actuación del árbitro, que anuló un gol legal y se comió un penalti, remataron una noche aciaga.

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ATHLETIC 1
DEPORTIVO 3

Amaia U. LASAGABASTER I

El Athletic volvió a quedarse con la miel en los labios. Tampoco esta semana dormirá en puestos europeos, aunque si los partidos se puntuaran por méritos, la situación sería, probablemente, muy diferente.

Porque los rojiblancos no merecieron la derrota, y menos aún tan abultada. Pero no supieron aprovechar su infinita superioridad en el primer tiempo y, como castigo se encontraron con un par de goles peculiares y la actuación de un colegiado que dejó bastante que desear, con un gol mal anulado, un penalti no pitado y un tanto que no debió subir al marcador. En defnitiva, que los bilbainos volvieron a casa un poquito más lejos de Europa y con bastante mala leche.

Nada lo hacía prever hasta el tiempo de descanso, porque el primer tiempo fue un absoluto monólogo del Athletic que, posiblemente, disputó sus mejores 45 minutos de la temporada, al menos como visitante. Hicieron falta cuatro minutos para que el balón llegase por primera vez a la parcela rojiblanca, y fue en un saque largo de puerta que además cortaron los bilbainos. Y no fue hasta casi media hora después que Gorka Iraizoz tocó su primer balón, que tampoco llevaba el más mínimo peligro.

El equipo gallego ni siquiera parecía de la misma categoría de un Athletic que acaparó la posesión y el juego. Las pocas ocasiones en las que el equipo de Joaquín Caparrós perdió el balón, lo recuperó de inmediato y, en largo o al pie, no dejó de moverlo en dirección a Dani Aranzubia, que acabó convirtiéndose en la estrella de la noche y en uno de los principales artífices de que el Athletic regresase a Bilbo de vacío.

El otro fue el colegiado que, para empezar, anuló dos goles rojiblancos en poco más de un minuto. Equivocadamente, como mínimo, el primero, en el que se inventó una falta de Gaizka Toquero previa al tanto de Javi Martínez. El propio Toquero anotaba, minuto y medio después, al aprovechar una peinada de Llorente; pero tampoco este gol subía al marcador, en este caso por un, al menos, ajustadísimo fuera de juego del gasteiztarra.

Para entonces, el Athletic ya había disfrutado de un par de ocasiones claras. Porque los rojiblancos no mentían y saltaron al verde de Riazor con los dientes tan apretados como lo habían hecho ocho días antes al de San Mamés. Sólo que esta vez no hubo gol, ni siquiera balones al palo, pero sí llegadas peligrosas al área rival. En la primera, nada más arrancar el encuentro, Aranzubia salvó un cabezazo de Llorente; en la segunda, casi de inmediato, el exguardameta del Athletic repitió con un remate de Iraola en boca de gol.

Con el Deportivo totalmente noqueado, los bilbainos siguieron intentándolo casi sin descanso. Javi Martínez, Yeste, Susaeta y, sobre todo, Llorente probaron fortuna, pero su propio desacierto y la buena noche de Aranzubia permitieron a los gallegos llegar vivos al descanso.

Lamentablemente, no fue la peor noticia de la noche, que cambió en una jugada desgraciada, paradójicamente, para ambos equipos. El Athletic volvió a saltar al campo con ganas, pero la suerte le sacó la lengua y permitió a su rival anotar el 1-0 en lo que era prácticamente su primera llegada al área de la noche. Bodipo cabeceó en globo un balón y Luis Filipe lo pescó ante Iraizoz para marcar. Pagó un precio muy alto porque, de manera totalmente fortuita, el guardameta cayó sobre su pierna y, según un primer diagnóstico, el brasileño sufre una fractura de tobillo.

Diez minutos después, y con Riazor digiriendo el susto, el Deportivo aprovechó otra media ocasión para ampliar su ventaja. Concretamente, con un remate de Juca desde la frontal que, tras tocar en San José, se coló por toda la escuadra.

Engordar para morir

El Athletic pareció dar por sentenciado el choque, pero encontró fuerzas en algún dobladillo para revivir. De manera definitiva cuando, a diez minutos del final y con otro rebote de por medio, llegó el 2-1. Esta vez le tocó a Colotto enviar a su portería un centro de Susaeta.

Pero no tocaba, como volvió a confirmar Estrada Fernández, cuyo arbitraje no recordará con cariño el Athletic. Primero, convertía en córner un penalti de Aranzubia a Toquero. Y, como puntilla, permitía que subiera al marcador el 3-1, con Amorebieta -que además se llevó la amarilla por protestar- en el suelo tras recibir la patada de Juca.

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