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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Cosas de la variedad lingüística

Cuando un fachongo de la talla de Pascual Tamburri escribe: «Qué bonita es la variedad lingüística de España», ya pueden apretarse los machos.

Ayer, en «El Semanal Digital», advertía del peligro de que la tal variedad lingüística se trate «de convertirla en excusa de lo que nunca ha sido y probablemente jamás será. Es lo que pasa en Navarra, donde más de dos décadas de gestión política de la presencia del vascuence en las aulas se ha convertido en una pesadilla para muchos alumnos». A mí me pasaba con el dibujo lineal y las matemáticas, que me llevaban por el camino de la amargura, y no por ello he pedido que las eliminen.

Tamburri dibuja un panorama irreconocible de la realidad lingüística en Nafarroa: «nos encontramos en Navarra, y particularmente en el Norte por imposición legal o virtual y en el resto por moda entre los progres, con miles de familias castellanohablantes que por razones políticas han elegido un modelo en o con vascuence para su hijo. Y a veces no ha elegido la familia, sino la maestra, el secretario o sencillamente el ambiente». No sabía yo que «el ambiente» elija nada. A ver si se explica mejor Tamburri a quien, por cierto, «el ambiente» no le impuso el aprendizaje de la lingua navarrorum.

Y por si el cúmulo de despropósitos anterior no tuviera suficiente altura, nos suelta otra perla: «la Ley del Vascuence limita la libertad de las familias que optan por el castellano y entra en colisión con el artículo 27 de la Constitución». ¡Chúpate ésa!

Pero teme quedarse corto: «Y más aún: incluso cuando la zona geográfica lo permite, la reglamentación vigente establece que los cambios de modelo deben hacerse al final de etapa (Infantil, Primaria, ciclos de Primaria y de la ESO) o si no justificarse por razones psicopedagógicas por el orientador del Centro. En 2008-2009 hubo 62 denegaciones de cambio de modelo fundamentadas en informes de estos funcionarios. Señora, señor, atención: en Navarra (y sospecho que no sólo en ella) hay un empleado de la Administración que tiene derecho legal a corregir su libertad de elección para sus hijos. Son los peligros de un sistema educativo pensado por los políticos para su propia satisfacción y no, ay, para atender la libertad de las familias». ¡Qué sabrá éste de la libertad!

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