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Nuevas burbujas y escasa inversión en agricultura, entre las amenazas de 2010

Las crisis fiscales derivadas de los estímulos al sistema financiero, la escasa inversión en agricultura e infraestructuras y el incremento de las enfermedades crónicas son los principales riesgos para la economía global, según un informe con el que trabaja el Foro Económico Mundial, reunido esta semana en Davos.

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El Foro Económico Mundial (FEM), punto de encuentro para líderes empresariales, políticos internacionales y periodistas e intelectuales, reunida esta semana en Davos, cuenta con un informe que sitúa los principales riesgos para la economía global y que pone el acento sobre tres cuestiones que presionarán a los servicios públicos: las crisis derivadas de los estimulos al sistema financiero, la escasa inversión en agricultura e infraestructuras y el incremento de las enfermedades crónicas.

Bajo el título «Riesgos globales 2010», el informe también identifica como amenazas al sistema el surgimiento de nuevas burbujas económicas como la que causó la actual crisis -se detecta una en el sector de la propiedad comercial-; un posible descenso del crecimiento de China, que tendría graves consecuencias para el empleo interno y los países exportadores; y la inestabilidad geopolítica en países como Irán y Afganistán.

Sobre el colapso del sistema financiero, del que el mundo aún no se ha recuperado, el informe señala que se ha puesto de manifiesto «la conexión e interdependencia entre todas las áreas de riesgo» y conmina a los gobiernos a trabajar juntos -tras poner la primera piedra con el G-20- para subsanar «los vacíos de gobernanza».

A este respecto, el director de gestión y jefe de negocios del Foro, Robert Greenhill, ha declarado que «la crisis financiera y la consiguiente recesión han creado un entorno más vulnerable donde los riesgos ignorados pueden ser las crisis del mañana».

Daniel Hofmann, economista jefe de Zurich Financial Services -uno de los colaboradores en el informe-, alerta del riesgo que supone el creciente déficit en los estados que más han invertido en el rescate de sus economías y cuyos sistemas fiscales no estaban bien preparados. Advierte de que el abuso de la capacidad fiscal y alta deuda adquirida en países como Estados Unidos y Gran Bretaña «pone presión en las tasas reales de interés, frena el crecimiento y lleva a altos niveles de desempleo prolongado».

La recesión ha influido negativamente, además, en el volumen de inversión en infraestructuras, sobre todo energéticas y agrícolas, lo que puede derivar en futuras crisis de energía y alimentos.

John Drizk, consejero delegado de Oliver Wyman, del grupo MMC, apunta que «la reciente caída del precio del petróleo ha sido buena para los consumidores, pero también ha contribuido a que se recorte la necesaria inversión en infraestructuras» para energía convencional y renovables. La falta de inversión en un momento en que los gobiernos buscan seguridad energética de fuentes accesibles y sostenibles aumentará la volatilidad del petróleo, avisó. El Banco Mundial calcula que sería necesario invertir unos 35.000 billones de dólares en infraestructuras en las próximas dos décadas.

Por lo que respecta a la cuestión alimentaria, Raj Singh, jefe de riesgos de Swiss Re, recuerda en el informe que será necesario multiplicar la producción de comida para abastecer a una creciente población mundial, que se calcula que será de 9.100 millones de personas en el año 2050. Y hacen falta millones de dólares para proveer agua, combustible y adaptarse al cambio climático. Por otra parte, las mayores expectativas de vida en los países desarrollados y en desarrollo han hecho incrementar la incidencia de las enfermedades crónicas, como la diabetes o cardiovasculares, algo que hay prevenir para evitar una crisis masiva de los sistemas de salud y de pensiones, sumado al descenso de la productividad.

El informe del Foro -en cuya elaboración participa un conjunto de académicos e instituciones empresariales- recomienda el multilateralismo entre los países «para elaborar estrategias conjuntas y desarrollar una gobernanza global más eficaz que permita abordar los riesgos globales».

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