Los publicitarios aciertan muchas veces, en otras simplemente se colocan en el lado imbécil de la vida, y es entonces cuando logran sus éxitos más populistas, tocando fibras de dudoso gusto, cuando no rozando el insulto, lo grosero o lo incorrecto política, social y éticamente. Son campañas universales, de outlet, de venta rápida, circunstancial o estructural. Por ejemplo, estoy más que hasta el moño de Actimel y sus supuestos beneficios. Le pediría a Ramón Zabala que no nos engañe, que para bañarse todos los días del año en la playa de la Concha se debe tener costumbre, salud, energía y mentalidad y eso se logra mejor con unos buenos huevos fritos con txistorra, un buen zumo de frutas que con esos derivados lácteos con productos milagro. Me cansan los anuncios y me cansa su embajadora, una señora que además presenta un programa de televisión, lo que se convierte en una confusión en espiral que nos lleva hasta el absurdo.

Todas las campañas de los operadores de telefonía móvil, ADSL, y demás asuntos son una fuente de engaños tibios, de medias verdades, de incitación a un consumo de intangibles a un precio anunciado que nunca se plasma en al realidad y con tanta letra pequeña circulando a una velocidad que incapacita su lectura en la parte inferior de la pantalla que ya demuestra las malas intenciones.

Pero ahora nos debemos parar en una campaña de una gran superficie que ha presentado en estas semanas varios anuncios que deben ser entendidos como creados con humor. Con sarcasmo, quizás sería más apropiado. Y lo hace parodiando la tendencia actual a las siglas, a la creación de grupos sociales, con muchas letras, entre ellas una de amantes de los cerdos y otra que se mete de manera gratuita y sin justificación contra los marionetistas, es decir los titiriteros. Y aquí hay que poner los pies por delante y saltar a la palestra a pedir explicaciones, a solidarizarse con todos los creadores de hermosos mundos con personajes de cartón, madera, goma-espuma o silicona. Artistas, dentro de los cuales habrá todas las categorías, a los que no se les puede ridiculizar globalmente para vender más. Boicot a Carrefour.