Observadores electorales y asociaciones de defensa de los derechos humanos ponen ya en duda el reciente proceso electoral en Sri Lanka, que ratificó la victoria del actual presidente, Mahinda Rajapaksa, mientras que su rival, el general Sarath Fonseka, denuncia la desaparición de 1,4 millones de papeletas.

La asociación Asia Human Rights Commission, con base en Hong Kong, evoca abiertamente irregularidades en el recuento. «No sólo está en cuestión el proceso electoral. Las irregularidades afectan también a la recepción , preservación y recuento de las papeletas en las oficinas electorales», señaló ayer a través de un comunicado.

Un grupo de expertos del Secretariado de la Commonwealth, llegado para supervisar las elecciones, señaló que aunque la jornada electoral estuvo «bien administrada», habría habido un ambiente preelectoral «alterado». Destacó la «incapacidad de la comisión electoral de hacer respetar la ley», así como «el fracaso de algunas instituciones estatales, como la televisión pública, a la hora de respetar esas directrices».

A la oficina del rival

A última hora de ayer, un comando policial hizo irrupción en la oficina del rival en los comicios, Fonseka, en la capital, Colombo, con la misión oficial de «buscar material ilegal». Fuentes opositoras hablaron abiertamente de intimidación.

EEUU y la UE exigieron al Gobierno de Sri Lanka investigar las denuncias de irregularidades y asegurar la seguridad de todos los candidatos.

La cuestión tamil ha estado en el centro de los comicios, para desgracia de Colombo. Y es que dos tercios de los que decidieron votar en el norte y nordeste de la isla (la tierra tamil) votaron por Fonseka y contra Rajapaksa. Y eso que el general fue el que dirigió la operación de castigo contra la población tamil que forzó a la retirada de la guerrilla de los tigres.