OCUPACIÓN EN IRAK
Blair asegura que ni se arrepiente ni siente remordimientos por la guerra
El ex primer ministro británico Tony Blair defendió enérgicamente la invasión de Irak y aseguró que volvería a tomar la misma decisión. Afirmó que no siente remordimientos por las víctimas de la guerra porque «Hussein era un monstruo y el mundo es más seguro sin él».
GARA | LONDRES
El ex primer ministro británico Tony Blair hizo todo un alegato a favor de la invasión de Irak en su comparecencia en la comisión que investiga esta guerra. Aseguró que «jamás» se arrepentirá de haber derrocado al presidente iraquí Sadam Hussein y que lo volvería a hacer si se viera en la misma situación.
Al inicio de la sesión, el presidente de la comisión, John Chilcot, indicó que todas la preguntas estarían destinadas a saber por qué se invadió Irak, por qué se derrocó a Hussein y por qué lo hicieron en marzo de 2003.
Argumentó que apoyó la intervención liderada por EEUU por los continuos «desafíos» Hussein a las resoluciones de la ONU sobre las armas de destrucción masiva, que luego resultaron ser falsas. «La decisión que tomé y que, francamente, tomaría otra vez, fue que si hubiera alguna posibilidad de que Hussein pudiera desarrollar armas de destrucción masiva, debíamos detenerle. Este fue mi punto de vista entonces y es mi punto de vista ahora», insistió.
Chilcot le llegó a preguntar hasta en tres ocasiones si sentía remordimientos por los cientos de miles de víctimas que ha dejado el conflicto. Sin pestañear, Blair contestó que «no. Era un monstruo. Era una amenaza para la región y el mundo entero. Pienso, sinceramente, que el mundo es más seguro sin él». Su respuesta le valió los abucheos y gritos de protesta de los familiares de los soldados británicos muertos en Irak.
Sostuvo que su «cálculo de riesgo» sobre Irak y otros países de Oriente Medio cambió tras los atentados del 11-S.
«Los que hemos afrontado el terrorismo del IRA, sabemos que su terrorismo tiene unos propósitos políticos, están dentro de una estructura que uno podía entender. Esto cambió completamente desde ese momento. Nos dijeron que esos fanáticos religiosos utilizarían armas químicas, biológicas o nucleares si pudieran obtenerlas y que hubieran matado a 30.000 si hubieran podido. Esto cambió plenamente nuestra evaluación de los riesgos que planteaban países como Irak, Irán o Libia», agregó.
En esa línea, comentó que antes de los atentados de Nueva York consideraba a Hussein como «una amenaza, un monstruo al que, sin embargo, se podía contener, pero que después de esa fecha había que enviarle un mensaje absolutamente poderoso y claro de que si se trataba de un régimen dedicado a las armas de destrucción masiva, debía parar».
Preguntado sobre una reciente entrevista en la BBC en la que dejó claro que hubiera respaldado la invasión incluso sabiendo que el Gobierno iraquí no tenía dicho armamento, alegó que no significaba «un cambio de postura». «No utilicé el término `cambio de régimen' en esa entrevista. Lo que dije fue que no se puede describir la naturaleza de la amenaza del mismo modo sabiendo lo que sabemos ahora», o sea, que no había armas de destrucción masiva.
Blair negó también haber hecho una promesa secreta de apoyo militar a Bush si fracasaba la vía diplomática, como sugirieron algunos testigos previos, y aseguró que se limitó a decirle que «Gran Bretaña estará contigo enfrentando y lidiando con la amenaza».
El ex primer ministro, al que la prensa llegó a calificar de «caniche» de Bush, admitió haber discutido «opciones militares» con el presidente estadounidense en el rancho de éste en Crawford en abril de ese año.
«Era obviamente una posibilidad que la acción militar pudiera ser la salida. Hubo una discusión general sobre la posibilidad de ir por la vía militar, pero obviamente argumentábamos que sólo si fracasaba la vía de la ONU», manifestó.
«Hay vínculos entre las organizaciones terroristas y los estados que las patrocinan. Hay estados, Irán en particular, que están vinculados a esa extrema y equivocada visión del islam. Creo que buena parte de la desestabilización actual procede de ese país», dijo.
Grupos pacifistas y familiares de los soldados británicos fallecidos en Irak se manifestaron ayer frente al centro de convenciones Queen Elizabeth II, que acogió la declaración de Tony Blair. Con caretas del ex primer ministro, manos pintadas de rojo a modo de sangre y al grito de «Blair mentiroso», algunos manifestantes portaron un ataúd con la inscripción The blood price (el precio de la sangre), en recuerdo a los 179 soldados británicos muertos en Irak. También mostraron pancartas pidiendo la salida de las tropas británicas de Afganistán.
El portavoz de la coalición Stop the War, Lindsey German, denunció ante los medios que Blair «ni siquiera ha tenido la honestidad y la decencia de dar la cara ante las familias de los militares muertos que se están manifestando, sino que ha entrado por la puerta de atrás».
Criticó, además, que la Policía no les dejó concentrarse en el lugar pactado para que no se acercaran al ex mandatario y que a los familiares que asistieron a la comparecencia en el interior del edificio, se les prohibió portar fotos de los soldados fallecidos. «Debe explicar por qué engañó al Parlamento, por qué se cambiaron informaciones en el informe y por qué nuestros parientes se encontraron en un conflicto cuya legalidad era muy relativa», exclamó Reg Keys, que perdió a un hijo en Irak. GARA