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«Encarnar a Nelson Mandela es el punto culminante de mi carrera»

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MORGAN FREEMAN

Actor

Morgan Porterfield Freeman Jr. es el nombre completo de este actor y director estadounidense. Nacido en 1937 en Memphis, Tennessee, ha trabajado en cerca de medio centenar de películas, entre ellas «Million Dollar Baby» (2004), por la que recibió el Óscar al Mejor Actor de Reparto y «Driving Miss Daysy» (1989), con la que ganó el Globo de Oro al Mejor Actor de Comedia o Musical. Ahora presenta «Invictus».

Héctor LLANOS MARTÍNEZ | MADRID

El actor y director de cine Morgan Freeman vive «el punto culminante» de su carrera con el estreno de «Invictus», cinta en la que encarna «a un amigo» a quien lleva años soñando interpretar, el Premio Nobel de la Paz Nelson Mandela, quien supone para el actor «un hombre cuyo carisma y humanidad son contagiosos», detalló en la comparecencia ofrecida ayer en Madrid.

El estadounidense compró los derechos del libro de John Carlin, «El factor humano», cuando el texto era tan sólo un borrador de doce páginas en la mesa de una editorial y llegó por casualidad a sus manos. Freeman llevaba quince años buscando un buen papel que le permitiera interpretar a Mandela, a quien se parece mucho físicamente.

Ahora se ha convertido en su nuevo proyecto común con el cineasta Clint Eastwood. Protagonizada por Matt Damon junto al propio Freeman, llegó ayer a las salas del Estado español, precedida de tres nominaciones a los Globos de Oro.

Freeman ha encarnado para Hollywood al presidente de los Estados Unidos, al jefe de la CIA e incluso a Dios, pero el papel que lleva años anhelando es el del político surafricano Nelson Mandela, un hombre «de un vigor y un dinamismo envidiables. Tiene algo que te hace sentir especial cuando estas a su lado», apuntó ayer en Madrid el actor.

Conociendo a Mandela

«Mandela siempre quiso que yo le interpretara en el cine», explicó el actor, «así que en nuestros encuentros observaba sus gestos, especialmente su mirada, su entonación y su sorprendente capacidad de escuchar por si algún día llegaba a ser él en pantalla».

Esta adaptación al cine del libro de John Carlin se centra en los primeros meses de mandato de Nelson Mandela como presidente de Suráfrica, tras salir de la cárcel de máxima seguridad de Robben Island en la que había estado confinado durante 27 años.

La Copa del Mundo de rugby que acogió el país africano en 1995 fue el motivo perfecto para intentar unir a un pueblo que apenas sobrellevaba las heridas de un recién abolido apartheid -la separación racial que sufrió el país por parte de una minoría blanca durante buena parte del siglo XX-.

Mandela buscó a un aliado en el capitán de la selección, Francois Pienaar, al que da vida en la pantalla Matt Damon.

«Invictus» es un «ejemplo perfecto de cómo la épica sucede en la vida real de un modo mucho más perfecto de lo que el cine podrá hacerlo jamás -defendió ayer Freeman-. Si un guionista hubiera planteado a un salvador como Mandela y una gesta como la de la selección de rugby surafricana todo el mundo hubiera pensado: `Ah, ya está Hollywood con sus finales felices'».

La película, al igual que lo hizo Mandela, busca «ofrecer inspiración a la gente. Es una necesidad básica para el mundo en estos momentos», apuntó Freeman, quien ya se puso ante la cámara de Clint Eastwood en «Sin perdón» (1992) y «Million Dollar Baby» (2004), por la que logró el Óscar al Mejor Actor Secundario, el único que ha recibido hasta la fecha.

El héroe que actor y director conforman en «Invictus» es un hombre que cimenta su crecimiento personal en 27 años de encierro, el mismo hombre que, una vez llegado al poder, no conoce la palabra venganza y se obsesiona con enviar a su país un mensaje de reconciliación a través del deporte.

Esa inspiración tan necesaria para el intérprete estadounidense recae en el caso de su país en el presidente Barack Obama -aseguró-, en quien sigue confiando un año después de su llegada al poder.

«No creo que nadie pueda evaluar su labor en tan poco tiempo -dijo, defendiendo la labor de su presidente-. Heredó un país que se estaba desmoronando, donde la gente estaba perdiendo sus ilusiones y los ahorros de toda su vida. Y él no es un ser todopoderoso que pueda ejercer su voluntad de inmediato. Trabaja con mucha gente y sus propuestas dependen de mucha gente y necesitan tiempo», defendió Freeman.

Nominaciones

Con «Invictus» Freeman ha logrado una nueva candidatura al Globo de Oro, al igual que su compañero de reparto Matt Damon y el propio Eastwood, aunque, finalmente, ninguno de los tres a conseguido hacerse con el preciado galardón.

Y es que, «todo funcionó en este proyecto -aseguró Freeman-. La historia llegó cuando menos lo esperábamos, Clint aceptó dirigirla y el guión -firmado a medias entre el surafricano Anthony Peckham y el autor de la novela, John Carlin- era perfecto», celebró Morgan Freeman.

¿Una jugada del destino? «El destino es lo que ha ocurrido, nunca lo que va a ocurrir», afirmó tajante el actor.

John Carlin: «Mandela iba como 500 años por delante de los políticos actuales»

El periodista y escritor John Carlin, autor de «El factor humano», novela en la que se basa «Invictus», asegura que Nelson Mandela era incomparable: «Iba como 500 años por delante de los políticos de hoy».

La novela recorre diez años de la vida de Mandela, desde su excarcelación hasta la celebración del partido, mientras la película se centra exclusivamente en los meses previos a la gran final, en junio de 1995.

«A veces tuve que reprimir el instinto de meterle más mi opinión, pero no lo hice porque pensé que la historia en sí, los hechos, eran lo suficientemente fuertes, emotivos y conmovedores; no había necesidad de agregarle ninguna salsa: era como un buen pedazo de pescado, mejor déjale como está», dijo Carlin. El libro da paso a «Invictus», el título del poema que durante los 27 años de cárcel que sufrió el líder político surafricano le mantuvo intacta la esperanza. Carlin opina que en «Invictus» contrasta «el carisma del líder político, su magnifica sonrisa y su capacidad de encantar a la gente con una enorme soledad» generada por su decisión de ser padre de una nación en detrimento de su familia propia. «Eso le costó mucho» y se ve en la película a través de la relación con su hija Zindzi.

El escritor desea que la gente reflexione sobre «la capacidad de las personas de ir mucho más allá de lo que uno cree su límite: cuando cree que ya no puede ser más productivo en la vida y lo es más que nunca». En cuanto a Mandela, «está muy mayor, no enfermo, pero su memoria a corto plazo es un desastre y yo no quiero ser pesado. Yo tuve mi cuota de enorme suerte de estar con él muchas veces, y ya está, Mandela ya no está para entrevistas».

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