Llega un nuevo recorte de las pensiones, es decir, de los derechos de los trabajadores. El supuesto estado de bienestar adelgaza a marchas forzadas y quienes dicen ser sus valedores meten la mano a la cartera de los trabajadores siempre. José Luis Rodríguez Zapatero, líder del PSOE y presidente del Gobierno español, se alía con la élite económica una vez más. No sabría decir cuándo no lo ha hecho. Después de poner a disposición de los bancos, cajas y empresarios miles de millones, nos vende que el sistema de la Seguridad Social no será capaz de sostener las pensiones, porque hay menos entradas en el mercado de trabajo, menos nacimientos que puedan reemplazar nuevas ocupaciones y, por lo tanto, menos ingresos. La pregunta es sencilla ante esas tres causas que pueden ser reales, aunque alguna de ellas se basa en estimaciones para dentro de cuarenta años, y sabemos que haciendo previsiones algunos no pegan ni una, ¿qué está haciendo? Nada a favor de los trabajadores, ni de los futuros pensionistas.

El principal problema se encuentra en la precariedad del mercado laboral. Las sucesivas reformas laborales han permitido que los empresarios no garanticen el empleo. Así, no te puedes plantear tener hijos ni un plan de vida para el futuro. Tampoco se impulsa la natalidad para que haya ese recambio generacional y si, además, añadimos que se cierran las puertas y se echa a los inmigrantes, la soga nos ahoga. Todo eso influye en el número de cotizantes, pero también en su cuantía. Se perdonan cotizaciones a los empresarios, se les exime del pago en muchos casos y, una vez realizado el guión, nos dicen que no hay fondos económicos. Rodríguez Zapatero aprovecha además la crisis para ablandarnos el corazón y decir que en esta situación hay que hacer un esfuerzo.

Es evidente que se quiere beneficiar a los fondos privados de pensiones, que se frotan las manos. Si algo ha demostrado la crisis es que el capitalismo ha fracasado. Sólo con la intervención pública se está reflotando la economía. Los sistemas privados son muy inestables y tienen pocas garantías.

En Euskal Herria debemos reclamar un sistema propio y público. Es viable.