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Davos, inadvertido

El Foro Económico Mundial de Davos ha sido, particularmente durante la última década, una de las grandes citas anuales en torno a cuestiones económicas. Tanto para sus promotores como para sus detractores. Pero, en plena crisis económica y habiendo sido el escenario preferido de muchos de los responsables de la misma, el encuentro que se realiza bajo increíbles medidas de seguridad en ese paradisiaco paisaje suizo ha perdido su «encanto» incluso para sus más acérrimos defensores. Baluarte de la estrategia globalizadora, resulta significativo que ayer, día en el que se clausuraba el encuentro, ni los suplementos sepia de los grandes medios, ni ninguno de sus habituales expertos, pero tampoco los medios de comunicación y foros de izquierda hacían mención alguna al encuentro en cuestión.

Un desinterés que, si se hurga un poco, tampoco es nuevo, pero que no deja de ser llamativo dada la aparente importancia de la cita. Por poner un par de ejemplos, la última entrada sobre el tema en el blog de Paul Krugman, premio Nobel de Economía en 2008 y columnista de «The New York Times», era precisamente del año en que recibió ese galardón y decía que no asistiría al encuentro por considerarlo inútil y una muestra de ostentación que le hacía sentirse «incómodo»; en el semanario progresista norteamericano «The Nation» la última entrada sobre Davos es de 2006; asimismo, ninguno de los grandes medios europeos lo llevaban ayer a portada.

Davos es todo un símbolo del capitalismo contemporáneo, de la ideología del libre mercado y de los valores asociados a esa perspectiva. Es el escaparate en el que se vendían los que se suponía debían ser los sueños de todos los habitantes de la tierra, un gigante ejercicio de hipnosis colectiva en el que se sugestionaba el consumo desaforado, una visión concreta del éxito, una competitividad inhumana... También era la luz que no permitía ver las pesadillas que se escondían tras ese mismo escaparate. Ahora esa sombra ha alcanzado a quienes creían que no existía sólo porque no la veían de cerca. Pero que ya no la iluminen los focos no quiere decir que en Davos no se reúnan los responsables últimos del paro rampante, de la hambruna de medio mundo, de terribles injusticias... Y todo eso no debería pasar inadvertido.

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