El juicio por el accidente del Concorde, que causó 113 víctimas al estrellarse el 25 de julio de 2000 cerca del aeropuerto parisino de Roissy-Charles de Gaulle, comenzó ayer y promete ser un duelo de expertos que defienden las tesis enfrentadas de Air France y Continental Airlines.

La compañía francesa, propietaria del avión supersónico, abona la tesis de que fue una placa perdida por un DC-10 de Continental la causa de la catástrofe, en la misma línea de las conclusiones de la investigación oficial. Mantendrá que la placa reventó un neumático del avión y sus restos perforaron uno de los depósitos del aparato, que se incendió y dañó los motores.

Pero la aerolínea estadounidense, principal encausada, se niega a dar por buena esta hipótesis y aportará testimonios que aseguran que el Concorde ya tenía llamas en sus alas antes de pasar por el lugar en el que estaba la placa de titanio. Su abogado, Olivier Metzner, afirmó que demostrará que al avión le faltaba una pieza en el tren de aterrizaje que provocó el siniestro.

En ese contexto, el juicio promete ser una batalla de expertos dispuestos a sostener dos versiones contrapuestas sobre los motivos que hicieron que el avión despegara en llamas y, minutos más tarde, se estrellara sobre un hotel de Gonesse. Fallecieron los cien pasajeros, los nueve tripulantes y cuatro personas alojadas en el hotel.

En medio del duelo entre las dos grandes aerolíneas se encuentran los otros cinco inculpados, cuya responsabilidad depende de la tesis que triunfe.

Sesenta testigos y una treintena de expertos desfilarán durante cuatro meses por el Tribunal Correccional de Pontoise. Los grandes ausentes serán los familiares: sólo 24 son parte civil.