Imanol Intziarte Periodista
Somos los dóciles hijos de Abraham
Cuando el tipo oye pronunciar su nombre y comienzan a resonar los aplausos, toma con delicadeza una servilleta de fino hilo y se la pasa por los labios para quitarse las migajas del croissant -de los buenos, nada de bollería industrial- y los posibles restos del zumo de naranjas recién exprimidas.
Con aplomo, se pone en pie y estira la chaqueta de su traje, hecho a medida en una sastrería de ésas en las que ya te cobran por respirar. Sus zapatos de piel, impolutos y brillantes -para eso está la sirvienta-, pisan la mullida alfombra mientras se dirige hacia el atril. Su blanqueadísima sonrisa saluda al presentador, disponiéndose a ocupar su lugar tras el micrófono. Está cómodo, se halla entre sus pares.
Y desde allí, sin sonrojarse siquiera un ápice, asegura que revertir la situación económica exigirá un gran sacrificio. Sobre este pilar construye su edificio de propuestas: que los asalariados trabajen más horas cuando la empresa lo necesite y se queden en su hogar en caso contrario, que cobren menos y que puedan ser despedidos sin ningún tipo de compensación cuando a él y a los de su camarilla les plazca. El auditorio asiente y aplaude. Brillan los relojes de oro, las joyas engarzadas con las más rutilantes piedras preciosas...
El acto ha terminado. Es uno más de esos desayunos tan en boga, en los que alguien que es «alguien» -empresarios, banqueros, políticos...- es invitado para exponer sus recetas económicas. Nuestro hombre desciende del estrado y, mientras se dirige hacia la salida, intercambia las habituales muestras de cortesía. Toma el ascensor y desciende hasta el garaje del hotel, donde el chófer espera al volante de su flamante automóvil. Es la hora de ir a su despacho, el lugar desde el que mueve los hilos. Es su altar, donde sin remordimiento sacrifica el proyecto vital de muchas personas en honor al Dios Poder. En realidad, eso es lo que quería decir en su charla, pero queda feo ser tan sincero en un acto público.
P.D: El Grupo Santander anunció ayer un beneficio neto de 8.943 millones de euros en 2009. La noticia se comenta sola.