Amaia ZURUTUZA

En los últimos días, Odón Elorza y Cristina Garmendia no han parado de cantar las bondades de la cumbre ministerial y enumerar los beneficios que le reportará a la ciudad. Muchos donostiarras no compartían ayer su visión. La cita está suponiendo muchas complicaciones para los vecinos y, seguramente, desde los cristales tintados de sus coches, los ministros europeos no distinguirán si están en Donostia o en León.

Policía, policía y más policía. Eso fue lo que se encontraron las personas que ayer se acercaron a las inmediaciones del Palacio Kursaal. Y es que la cumbre, que comenzó el domingo y se clausurará hoy, ha llevado un gran despliegue policial a la capital guipuzcoana. Ya en las autopistas y carreteras que rodean la ciudad hay una importante presencia de agentes desde el domingo. El Ayuntamiento ha cerrado al tráfico catorce calles y en otras tantas está prohibido estacionar vehículos. Asimismo, los contenedores cercanos al Kursaal han sido precintados, salvo tres horas al día.

En el Kursaal y el hotel María Cristina, policías españoles y ertzainas se repartían ayer por todas las esquinas. Hacia las 11.00 había unas cinco furgonetas de la Ertzaintza y dos de la Policía española frente al hotel, que estaba rodeado de vallas metálicas. En el Kursaal el despliegue era aún mayor. Furgonetas, coches patrulla, policías de paisano, patrols, una patrullera de la Guardia Civil en la playa, un par de policías encapuchados en lo alto del Kursaal con sus armas correspondientes, dotaciones de bomberos, ambulancias y una zodiac de la Ertzaintza en el río Urumea. Asimismo, un helicóptero de la Guardia Civil sobrevoló Donostia durante todo el día.

En varias zonas ya más alejadas del núcleo de la cumbre hubo también restricciones al tráfico y al estacionamiento.

La presencia policial era tema de conversación para vecinos y comerciantes, que se quejaban de las incomodidades. Aun así, la crítica más repetida se centraba en «todo el dinero» que supone la preparación de una cumbre como ésta. Una opinión que saltó también a la red, donde muchos internautas censuraban que los mandatarios europeos debatan sobre cómo arre- glar la crisis mientras hacen «comilonas» y se alojan en los mejores hoteles de la ciudad. También hubo varias menciones a la poca repercusión mediática que está teniendo la «histórica» reunión más allá de la prensa más cercana.

Declaración de Donostia

Y mientras los donostiarras respiraban de esta guisa, los ministros de Ciencia e Investigación de la UE expresaron su compromiso con la «Declaración de Donostia» que, dijeron, tiene como objetivo la recuperación y el crecimiento económico, «aquí y ahora», y pretende sentar las bases para que Europa «mantenga su liderazgo científico y logre una actividad científica con un papel más activo en la búsqueda de la cohesión social y la lucha contra la pobreza».

Un documento -apenas un folio- que fue apoyado por los ministros pero que, en su caso, tendría que ser aprobado en un Consejo de Ministros, una vez finalizado el proceso de debate en torno al mismo. Su contenido, ciertamente, tampoco da pie para mucho debate, ya que en los pocos párrafos que contiene apenas va más allá de lugares comunes y vaguedades. Como botón de muestra, la frase que indica que «la búsqueda del conocimiento es un pilar fundamental de los valores que compartimos y, al mismo tiempo, es esencial para abordar los grandes desafíos a los que se enfrenta nuestra civilización». Los ministros también apuestan por «mantener, sostener e incrementar la inversión en I+D+i». Probablemente a la mayoría de los europeos se le escapa qué profundo proceso de reflexión les ha llevado a tal arriesgada conclusión.

Hoy la cumbre se centrará sobre todo en el desarrollo del «coche eléctrico» en Europa.