Raimundo Fitero
Adjetivando
Nos pasamos la vida adjetivando, y en ello se nos van las fuerzas en el adorno y nos olvidamos del sujeto. Vergonzoso, obsceno, grosero, indecente son algunos de los adjetivos que se utilizan para intentar transmitir lo que provocó un tal John Cobra en la Gala titulada «Destino Oslo» que TVE preparó para elegir a quien represente al ente español en el famoso Festival de Eurovisión. Fue un actitud del ex taleguero desafiante, chulesca, macarra, de muy poco gusto, pero muy acorde al personaje y a la situación. Que se toque los genitales con profusión de gestualidad y repita: «comerme la polla, maricones», está mal, porque negarlo, pero lo que realmente es obsceno, es la propia gala, la estética acumulada, las indecencias artísticas y económicas exhibidas, el lenguaje de los jurados, la ñoñez de la presentadora y el mal uso de horas de televisión pública sufragada con los impuestos de todos.
Simplemente con la imagen que transmite el ganador de este año ya se podría utilizar una panoplia de adjetivos que nos llevaría al desahogo, pero que nos colocaría, otra vez, en el principio de todo, donde nos apremian los preguntas encadenadas. ¿Por qué razón se gastan tanto dinero en mantener un producto comercial tan obsoleto como Eurovisión? Y si lo hacen por alguna razón comprensible, ¿por qué no lo explican? Y si tiene alguna explicación razonable, ¿por qué buscan en las estéticas tan reaccionarias y retrógradas? Uribarri e Iñigo al frente, en el mascarón de proa, marcando el estilo, marcando el territorio por el que funcionar, nos lleva a pensar que no tiene solución, que estamos ante una suspensión en el espacio perdido, en el tiempo de arena o gaseoso, depende del foco, y que completa el cuadro la propia presentadora de la gala, el no va más de lo arcaico.
Pero John Cobra ha ayudado bastante a paliar los efectos nocivos del engendro. Se habla más de él, de sus supuestos malos modales, que de la canción ganadora, que es de alucinar con un sorbete de farmatint. Sin caso Cobra ahora estarían hablando del horror elegido. Lo tiene difícil Daniel Diges, su antecesora fue penúltima, y ser último es un logro al alcance de muy pocos.
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