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Carlos GIL Crítico teatral

Rectificar no es de sabios, es de errados. La solución pactada para mantener el festival de teatro y danza dFeria este 2010 es un apaño sin ningún tipo de proyección. Las justificaciones señaladas no se las cree nadie. Lo que se anuncia es fruto de la presión, no de la rectificación. Y huele a trampa mortal.

Doce compañías vascas, en tres días a finales de junio, con unos cien programadores invitados a hotel, por precios muy populares que se quieran poner, tiene todas las papeletas para ser un fracaso. Entre otras cosas porque muchas compañías vascas ya habrán visitado las ferias importantes. Y si depende la posterior continuidad por la venta de entradas, la decisión de suspenderla, o hacer cualquier otra cosa, está servida.

Hay muchos más detalles flotando que nos abocan a la desagradable conclusión de otra decisión mal pensada y sin muchos criterios de ayuda real al teatro y la danza vascos. Así, a primera vista, parece bastante mejor para la hostelería que para las compañías. Los que aportan el espectáculo cobrarán el cincuenta por ciento de su cachet, y deben rebajar un diez por ciento por las posibles contrataciones. ¿Juegan en las mismas condiciones los hoteles, restaurantes y tabernas? Claro que no.

Entre las reflexiones finales deben entrar las cuentas claras para saber adónde van de verdad los presupuestos. Es una lástima dilapidar años, tradición, ilusiones y futuro. Pero ellos, el concejal y el programador, ahora con la complicidad en otras instituciones, siguen dando un lamentable espectáculo.

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