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Raimundo Fitero

En picado

Todo cuerpo social con un mando a distancia y cerca de treinta posibilidades de abrevar en ofertas variadas aunque coincidentes en franjas horarias, tiende a decantarse mayoritariamente por lo que mayor confort le promete. Y al contrario sucede igual. Esto viene a cuento por los resultados de audiencia que está teniendo Cuatro. Su caída en picado es sorprendente. Es como si se hubiera sentenciado desde la suma de las individuales que conforman las audiencias. O que se esté esperando los signos claros y definitorios de lo que será cuando l fusión con Tele 5 sea ya una realidad en las parrillas. De momento, faltan argumentaciones de suficiente peso para explicar el encadenado de fracasos.

Se podría aplicar la doctrina ETB, es decir el desafecto ideológico, el rechazo metodológico, el abandono emocional desencadenado por el aterrizaje de nuevas mayorías parlamentarias que influyen de manera partidista en todo y que está provocando a todas luces una caída notable en audiencias en todo el Ente vasco en general. Pero Cuatro es televisión privada, decantada a teorías social-liberales que encarnan parte del gobierno español en ejercicio, pero que en la fusión empresarial debe cambiar, por buena lógica su ideario de fondo de acuerdo a las mayorías económicas representativas, aunque mantenga logotipo y marca para poder acudir a concurrencias públicas publicitarias y demás asuntos de inversiones institucionales. No aciertan los actuales responsables de programación, hasta lo que hace unos meses era competitivo se está quedando en sus más bajos niveles, y así van pasado los días hasta la derrota final.

Acaban de estrenar un noticiario matinal conducido por Ana García Siñeriz con un equipo de jóvenes periodistas y colaboradores. Y sus resultados son ínfimos. Es más de lo mimo, aunque con otro ritmo. Probablemente sea un ensayo para el futuro, algo de complementariedad con el de la que será cadena madre Tele 5, más aposentado y serio. Pero esto es un ejemplo, lo de «¡Vaya tropa!», que tanto tiene que ver con creadores vascos, sigue su descenso a los infiernos del ostracismo. Y así sucesivamente, en picado, sin aparente suelo a la vista.

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