El primer ministro griego, Giorgos Papandreu, ha cumplido con lo que sus socios europeos esperaban y lo que la población griega teme, y ayer anunció una nueva estrategia de austeridad para reducir el gasto público y aumentar los ingresos. El plan de choque pretende ahorrar unos 4.800 millones de euros para sanear la maltrecha economía griega, que acumula ya una deuda de más del 110% del Producto Interior Bruto (PIB) y un déficit del 12,7%, aunque lo hace a costa de las ya maltrechas condiciones laborales y prestaciones sociales de los griegos, que hace apenas una semana protagonizaron una huelga general.

Los jubilados van a ver como sus pensiones quedan congeladas y los 600.000 funcionarios van a tener que renunciar hasta un tercio de los ingresos por pluses y extras que cobraban hasta ahora. Asimismo, llenar el depósito de gasolina saldrá más caro, entre 3 y 8 céntimos por litro, y el IVA subirá entre un 0,5% y un 2%, dependiendo del producto. Fumar y consumir alcohol costará un 20% más, y también la Iglesia Ortodoxa tendrá que pasar por caja, al aumentar los impuestos sobre sus propiedades e ingresos.

En general, se recortan en 700 millones las inversiones públicas y se congelan los nuevos contratos de personal público para 2010, con la excepción de Educación, Sanidad y las fuerzas de seguridad.

Si a los recortes anunciados en febrero los sindicatos reaccionaron con una huelga general, el nuevo paquete de ahorro ha sido recibido con indignación. El sindicato de funcionarios, que se reunió con Papandréu ayer, ya ha convocado a una nueva huelga para el 16 de marzo. La Confederación de Trabajadores, el principal sindicato, denunció que «las medidas son unilaterales y no tienen justicia social» y el Partido Comunista hizo un llamamiento a no acatar las medidas y que los trabajadores se manifiesten en la calle. La tensión social ya se dejó ver ayer en el centro de Atenas, donde una concentración de jubilados fue dispersada por fuerzas antidisturbios.

Advertencia de Papandreu

Pero aparte del anuncio del nuevo plan de austeridad, Papandreu advirtió de que su país podría solicitar ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI) si la Unión Europea (UE) no le respalda en sus medidas. «Ya hicimos lo necesario. Ahora le toca a Europa. Si la UE no nos da el respaldo político, Grecia podría recurrir a la ayuda del FMI» dijo el mandatario griego tras el Consejo de Ministros.

Ante esta advertencia, la Comisión Europea (CE) y el Eurogrupo salieron rápidamente a dar su plácet al plan de ajuste griego. En una declaración no prevista, que leyó ante los medios el presidente de la CE, José Manuel Durão Barroso, los socios europeos expresaron su apoyo a Grecia. «Las medidas envían una señal fuerte de la determinación del Gobierno griego a continuar con sus valientes decisiones», valoró Barroso.