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Antonio Alvarez-Solís periodista

Esa gente

De repente se les caen los pantalones y se les ve la marca del diablo. Nada desvela tanto el fondo de su espíritu como el lenguaje que emplean. Un semiólogo mediano diría cosas muy duras acerca de esa frase con que usted ha invitado al Sr. Zapatero a tratar al presidente Chávez o al Sr. Castro: «A esa gente hay que ponerla en su sitio». ¡Qué infatuamiento el suyo, Sr. Rajoy! ¡Qué obscena es y ha sido siempre el alma de la derecha que usted comanda! «A esa gente...» ¿En qué sitio quiere usted poner a quienes han hecho una revolución, ya sea con las armas populares, ya con las urnas? Siempre serán para usted «esa gente». Un cubano encarcelado muere haciendo su protestataria huelga de hambre y usted aprovecha el suceso para formular la invitación de «que pongan en su sitio a esa gente». Porque usted tiene del pueblo y de lo que ha surgido de él todo lo más una simple y prepotente consideración de caridad cuando llega la hora del paro y el hambre que su maldito sistema social han generado. Caridad, sí, ese agravio añadido que mantienen y propugnan tras despeñar a toda una comunidad de trabajadores, que son «esa gente», por el precipicio. Sí, ha muerto un huelguista de hambre en prisión. ¿Ha contado usted los moribundos que mantiene España en la cárcel mediante el expediente de montar procesos paralelos por la vía penitenciaria? Moribundos que han pasado además por la tortura, internacionalmente denunciada. O muertos hechos con las armas de su nación. Ustedes liquidan con medios tremendos a «esa gente», que usted quiere incorporar además a su democracia. Sr. Rajoy, un poco de decencia...

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