Fallece Miguel Delibes, el narrador del pueblo llano
El escritor Miguel Delibes, fallecido ayer en Valladolid a los 89 años de edad, deja tras de sí la estela de una obra fecunda, ética y universal en más de medio centenar de libros. La amplia y reconocible galería de personajes que encierra su narrativa -«La sombra del ciprés es alargada» o «El hereje», entre otras- testimonian una literatura de profundo calado y sentido humanista.GARA | VALLADOLID
Acérrimo defensor de la libertad de expresión, que trató de ensanchar tanto en su condición de informador como en su faceta narrativa, Miguel Delibes (Valladolid, 1920) fue un escritor de vocación tardía que, como tal, se curtió en el periodismo y maduró con la literatura.
Más de cincuenta títulos -principalmente novelas; y, en menor medida, relatos breves, ensayos, diarios, memorias y libros viajeros- median entre «La sombra del ciprés es alargada» (1948) y «La tierra herida» (2005), redactada al alimón con su primogénito Miguel.
Delibes permaneció en la cima de la narrativa del Estado español de la segunda mitad del siglo XX, y universalizó su Castilla natal, esa Castilla que siempre habitó, que recorrió palmo a palmo como escritor y cazador, y que convirtió en el principal escenario de sus relatos.
Numerosos títulos, entre los que destacan «El camino» (1950), «Las ratas» (1962), «Cinco horas con Mario» (1966), «El disputado voto del señor Cayo» (1978) y «Los santos inocentes» (1982), remiten a una Castilla cuya idílica visión noventayochista contribuyó a desmitificar al presentar su realidad, en una constante elegía narrativa, como un territorio habitado por seres desamparados, oprimidos y sin futuro.
En sus narraciones, el escritor se transformó en un personaje más, habló por boca de ellos y en ocasiones se convirtió en una especie de novelista-ensayista, hasta el punto de volcar en literatura lo que la censura franquista del momento le impidió denunciar a través de las páginas del diario «El Norte de Castilla».
Literatura y periodismo
Delibes encontró en la literatura un medio de expresión que inicialmente buscó en el dibujo y en el periodismo, principalmente gracias a su mujer, Ángeles Delibes de Castro, madre de sus siete hijos, fallecida en 1974 y a quien dedicó en forma de ficción su emotiva «Señora de rojo sobre fondo gris» (1991).
Ella le puso al alcance libros de Virginia Woolf y de Marcel Proust, que despertaron en él esa curiosidad por las letras que le llevaría a hacer de ellas su principal quehacer, a través de la literatura y el periodismo, actividades que compatibilizó durante más de una veintena de años.
La actualidad informativa le enseñó el lado humano de la realidad y a medir el caudal de la palabra; mientras que él aportó a la literatura la riqueza léxica y sintáctica del lenguaje popular.
Vivió toda su vida en la ciudad de Valladolid, a la que dedicó uno de sus libros postreros y más densos -«El hereje» (1998)-, pero pasó largas temporadas en su refugio de Sedano (Burgos), donde alumbró buena parte de su obra. De entre todos sus relatos, Miguel Delibes se queda, según declaró en 2007, con el libro «Viejas historias de Castilla la Vieja» (1964), de apenas cincuenta páginas y que considera «el más representativo» de todos «por su prosa, su paisaje, sus personajes, su movimiento y su sentido del humor».
Delibes ha recibido los premios más importantes de las letras hispanas incluido el Cervantes -concedido en 1993- y ha sido uno de los autores españoles más adaptados al cine y al teatro. Sin embargo, fue el eterno candidato que quedó a las puertas de recibir el Nobel de Literatura.
La versión definitiva de sus obras completas comenzó a publicarse en octubre de 2007, cuando el autor ya había dado por «concluida», ya que, en los últimos nueve años, le resultaba «imposible» volver a escribir a causa de su salud.