Miguel Delibes concita unanimidades. Periodista de larga trayectoria, escritor de una sólida obra en la que fue construyendo un mundo reconocible a base de un uso depurado del idioma y de la creación de personajes que iban dibujando las diferencias de clase, la confrontación entre el mundo rural y el urbano. Cronista de un tiempo de oscuridades y deslumbrantes mañanas sin más esperanza que un mendrugo de pan. Un hombre que supo atravesar las etapas con donosura, últimamente un anciano que mantuvo hasta su desaparición un actitud ante la vida ejemplar, fuera de las vanidades y los focos de la más devastadores de la inmediatez y superficialidad mediática.

Un novelista de idioma destilado, capaz de rescatar los vocablos más ancestrales que remitían a otros tiempos, a unos oficios que hasta hace muy poco ocupaban a muchos de sus paisanos castellanos, que resuenan y que configuraban la propia caracterología de sus personajes. Ricos en matices, describiendo las desigualdades, las miserias, una suerte de contra crónica de la España retratada por la propaganda de la época. Personajes, paisajes, historias de raigambre, escritas primorosamente, proporcionando imágenes magníficas, lo que le ha convertido en un servidor de grandes inspiraciones para otras artes, teatrales o visuales.

La entidad de sus personajes, la profundidad y consistencia de las historias que narran sus obras han sido trasladadas a los escenarios al celuloide con facilidad, convirtiéndose en una referencia de primera índole. La estructura de sus novelas eran pura narrativa, pero los elementos que la componían, convertidos en material dramatúrgico, o en guión cinematográfico adquirían nuevos vuelos y cuanto más se circunscribieran las adaptaciones al respeto del lenguaje original, mayor entidad adquirían las obras o películas.

Simplemente con «Cinco horas con Mario» en la escena, o «Los santos inocentes» en el celuloide ya dan cumplida cuenta del alcance de su valor, pero es su obra entera, reflejo de una personalidad recia, sobria, fiel a sí mismo, la que ha trascendido, perdurará y ayuda a que este reconocimiento de hoy excluya orgánicamente a todos los oportunistas.