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Txisko Fernández Periodista

No quieren moverse ni un milímetro

El lenguaje cotidiano suele contaminarse con mucha facilidad con expresiones que, de la noche a la mañana, se convierten en referencias obligadas en ciertos círculos (de amistades, profesionales, territoriales...). Espero que no ocurra lo mismo con lo que ayer me pareció una simple coincidencia entre dos personas que, no obstante, bien pudieran estar contaminándose mutuamente más de lo que aparentan en público.

Patxi López e Iñigo Urkullu utilizaron la expresión «ni un milímetro» para aparecer ante la opinión pública como si fueran los genuinos representantes de unos valores «inamovibles». El lehendakari que encarna como nadie lo de «donde dije digo, digo Diego», el que tomó Ajuria Enea tras haber «prometido» que nunca pactaría con el PP, nos ofreció su particular reflexión sobre el hallazgo del cuerpo sin vida de Jon Anza. Y lo hizo para afirmar que él no va a dar «ni un milímetro de pábulo a este manual del abertzalismo radical que quiere utilizar este caso como una bandera contra el Estado de derecho en Francia». Por su parte, el presidente de ese partido que tiene ya una centenaria trayectoria dedicada básicamente a incumplir su «promesa» fundacional de luchar por la independencia de Euskal Herria aseguró que el PNV «no puede ni va a desviarse ni un sólo milímetro» de «los conceptos de eficacia, unidos a la honestidad, transparencia e integridad». Urkullu hacía referencia, sin citarla, a la presunta trama de corrupción jeltzale en Araba.

Es evidente que nada tiene que ver un tema con el otro. Por ello mismo resulta más interesante comprender por qué ambos quieren remarcar que sus posiciones no se moverán «ni un milímetro», precisamente, cuando a su alrededor todo parece cambiar. La respuesta es fácil: están escondiendo la cabeza bajo tierra. López no puede encajar la «teoría» de Rubalcaba con los escasos «hechos» conocidos hasta ahora sobre la muerte de Anza, y Urkullu no puede dar pábulo a todos aquellos que piensan que «esto tenía que estallar tarde o temprano». Entierran sus cabezas porque tienen miedo a un destino que no sea el que ellos habían diseñado.

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