«Este invierno, frío y seco, ha faltado nieve de la `buena', de la que empapa la tierra»
Unos le encasillan como «experto en témporas», otros le cuelgan la tarjeta de meteorólogo, pero este franciscano es, sobre todo, un observador del tiempo atmosférico. Precisamente, «El tiempo. La meteorología al alcance de todos» (Txertoa) es el título de su cuarto libro, donde explica cómo se cocinan los fenómenos meteorológicos. Le hemos preguntado por este invierno frío y con nieve.
Joseba VIVANCO
Un invierno que se ha hecho largo, pero que hoy mismo toca a su fin.
Invierno frío y seco, dicen...
Ha sido un invierno un tanto singular, sí, en el sentido de que ha sido muy llamativo desde la costa y las zonas más bajas y de ciudad, y en concreto Gasteiz, porque Iruñea no ha tenido problemas ni mucho menos. ¿Qué ha pasado? Que ha sido un tanto atípico. Lo de invierno frío y seco se entiende también desde esa atipicidad. Han sido cuatro nevadas nada corrientes, y una intermedia, más típica, de las más normales, llamémosla `del monte abajo', empezando a nevar en las montañas y llover abajo.
Pero han sido cuatro nevadas...
Bueno, la primera nevada, que yo llamé xelebre, porque era especial, la nieve empezó desde la costa... Pero más que precipitación de un frente fornido, lo que llegó fue una bolsa de frío muy frío, que, a su vez, al no haber nubosidad mayor, enfrió hasta la costa, y al no haber nubes, sino nieblas, lo que normalmente `lloviznó' empezó cayendo en forma de nieve en polvillo, empezando desde la costa. Ese polvillo de nieve no se derrite como la nieve normal, sino que persiste, va acumulándose por el viento... El quitanieves no lo quita, no tiene material para trabajar; lo que hace es echarle sal. Así resulta que en algunas zonas de nieve seca casi en polvo, la sal comienza suavemente a derretir algo, que por las temperaturas tan frías se hiela enseguida y entonces, el problema, más grave, es el de la helada... En general, las temperaturas tan frías en cuatro de las nevadas han hecho que hayan sido unas nevadas no copiosas, pero sí muy problemáticas.
¿No copiosas, dice?
Digo `no copiosas' porque mirando desde la costa, alguien dirá que han sido más copiosas que nunca; pero mirando desde Arantzazu, los días con nieve, con el suelo cubierto, este año no han llegado a la tercera parte del invierno pasado, que aquél sí fue largo, otoñada e invernada. Esta vez sólo una nevada ha sido `copiosa', de copos llamados malutak, crecidos por venir agarrados y adosados unos a otros. Porque la mayor parte de este invierno ha sido en polvo, algo granulado, y pequeños copitos, muy pequeñas laminillas. La `madre del cordero' estuvo en la fecha de la primera nevada-nevadilla.
¿Por qué?
Fue en torno al 13, 14, 15, 16, 17, 18 de diciembre. Fechas de témporas, con luna nueva, el 16, 17 y 18, y a partir del 20, 21, 22 y 23, viento del suroeste. Visto para sentencia, porque eso iba a traer otras tres nevadas parecidas o del mismo estilo, rebozadas con semanas de viento del suroeste.
Y, efectivamente, en las menguantes arreció el frío y las consabidas nevadas en polvo. Así, el día de Reyes, menguante para más señas, llegó la más fría y la peor de todas. Y a los 15 días, camino de la luna llena, intercalaría la nevada más típica, de monte abajo. En febrero, de menguante a luna nueva, el 9, 10, 11, 12, 13... la tercera nevada, con frío bien marcado. Y en marzo, de nuevo de menguante a luna nueva, el 7, 8, 9, 10, 11, 12... la última de las `cuatro hermanas'.
¿Con qué nos quedamos entonces de este invierno?
Ha sido, como decía, un invierno muy atípico y especial. Si lo miramos desde alturas como los 730 metros de Arantzazu, ves que apenas nieva en altos de 1.000 metros, y se apila más polvo blanco en las carreteras y hondonadas, de forma que las ruedas de los coches no tocan fondo en carretera y se sienten patinando en la debilísima capa de polvo blanco. Pero todo esto no tiene explicación con los datos que se dan desde la costa.
Por eso digo que hay otras explicaciones y que este invierno ha faltado mucha nieve de la `buena', de la que empapa la tierra ... de ahí lo de frío y seco. En precipitación, asímismo, este año no hemos llegado más que al 32%, mientras que en días de precipitación, poquita en la mayoría, hemos llegado a algo más de lo normal. Por cierto, que lo de invierno `seco' también estaba avisado en la semana de témporas, con cuatro días de viento suroeste.
Y visto que el invierno se ha comportado como tal, ¿qué podemos esperar en primavera?
Nada garantiza cómo vaya a ser. En la semana de témporas, siete días de ocho fueron con el viento del suroeste; lo único discordante fue el último día, el miércoles final, el llamado de `contratémporas', con viento rolando al nordeste y norte. No sé si querrá vengarse este último día, el del sello. Saque cada cual las consecuencias.
«Excepto una, no han sido nevadas copiosas. Quizá en la costa les ha parecido que sí, pero en las alturas los días con suelo cubierto han sido menos»