
No es raz�n de estado, es pura irracionalidad
El anuncio por parte del fiscal general del Estado, C�ndido Conde-Pumpido, de nuevas reformas legales para ahondar en la segregaci�n pol�tica contra el independentismo vasco muestra que los secur�cratas marcan la agenda del Ejecutivo espa�ol. Ese anuncio se da, adem�s, en plena pol�mica por las palabras de Jaime Mayor Oreja en las que �ste acusaba al PSOE de connivencia con ETA. En vez de responder en t�rminos ideol�gicos, el PSOE se pliega a la estrategia del PP y retoca por en�sima vez una ley con el �nico fin de restringir a�n m�s los derechos civiles y pol�ticos de una opci�n pol�tica leg�tima que en Euskal Herria tiene un gran apoyo social y electoral. Algo que, adem�s, tiene la consecuencia perversa de facilitar el acceso al poder en muchas instituciones a quien promueve esa ley.
Desde un punto de vista jur�dico es especialmente criticable que las reformas no se hagan con el esp�ritu universal que debe tener toda ley, es decir, que se hagan leyes y reformas ad hoc, siempre pensando en un grupo social concreto: la izquierda abertzale. As� se �fabrican� leyes que no tienen aplicaci�n posible en otros lugares del territorio espa�ol. Leyes que, incluso en los casos en los que se podr�an aplicar, siquiera para evitar la acusaci�n de flagrante parcialidad, como en el caso de los GAL o el m�s reciente de Falange y Tradici�n, s�lo se les aplican a ciudadanos y entidades vascas. Esto implica la aceptaci�n del �Derecho penal del enemigo�. Todo ello en un Estado que ha homologado el franquismo mientras ilegaliza la memoria de la lucha antifranquista.
Desde un punto de vista pol�tico resulta parad�jico que mientras Zapatero califica la postura de Mayor Oreja y Rajoy de �inaceptable�, �irresponsable� y �mentira� su Gobierno asuma y profundice en las exigencias de la derecha con tanta premura. No es cre�ble que en un escenario como �ste todos en la Ejecutiva del PSOE est�n de acuerdo en atarse a�n m�s las manos y las mentes frente a la derecha. Porque hay cosas que, de puro irracionales, no se pueden justificar ni con la raz�n de estado.