Análisis | Cumbre de la Unión Europea
Alemania se lleva el gato al agua
El autor hace un análisis de la reciente cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea en la que las ayudas para rescatar a Grecia han adquirido todo el protagonismo y de la que, argumenta, quien más satisfecha puede salir es Alemania. Visto cómo han transcurrido los dos últimos meses, desde la crisis de la deuda de principios de febrero posiblemente lo que ha ocurrido es que ha terminado una batalla pero la guerra continúa.
Isidro ESNAOLA Economista
Parece que con el acuerdo alcanzado antes de la cumbre europea se ha resuelto el problema de las ayudas a Grecia. Ya hubo un primer acuerdo que no sirvió de mucho. Aquel que se alcanzó en una biblioteca de Bruselas el 11 de febrero y por el cual la Unión Europea se comprometía a apoyar políticamente al gobierno de Grecia. A continuación, éste aprobó unas medidas de ajuste entre huelgas generales, y después el primer ministro, Yorgos Papandréu, se dedico a recorrer el mundo buscando nuevos apoyos políticos. Entre viaje y viaje, la canciller alemana no hacía más que subir el tono de sus declaraciones hasta su discurso en el Parlamento alemán durante el debate de los presupuestos en el que propuso que se expulsara de la eurozona a aquellos países que no cumplieran con las normas. Entre tanto, Merkel y su ministro de Economía tuvieron tiempo para hacer propuestas de todo tipo como la de regular los famosos CDS (seguros contra los impagos de deuda de un país) o crear un Fondo Monetario Europeo que han puesto de relieve las debilidades de la actual UE.
Lo que ponía nerviosa a Merkel no eran los viajes de Papandréu en busca de apoyos «políticos», sino, como ha quedado claro estos días, que el primer ministro griego no estuviera pidiendo apoyo político sino dinero. Y ahi, mordía hueso. Alemania, además de estar pagando el coste de la UE, no parece dispuesta a que le saquen más dinero, y menos precisamente aquellos que no han respetado las reglas del juego. Seguramente también pesa en esta decisión la experiencia de la reunificación alemana y las reformas que Alemania sí ha llevado a cabo durante los últimos años.
Ante los envites del Gobierno alemán el resto de líderes europeos, entre ellos, el presidente del Eurogrupo, el presidente del Banco Central Europeo y antes de la cumbre timidamente Zapatero, poco a poco, han ido tomando posiciones favorables a ayudar a Grecia que se ha resuelto finalmente con el acuerdo alcanzado antes del comienzo de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno. Visto cómo han transcurrido los dos últimos meses desde la crisis de la deuda de principios de febrero, posiblemente lo que ha ocurrido es que ha terminado una batalla pero la guerra continúa.
Desde el punto de vista de la economía, la pelea por reducir el déficit público que guía todas las actuaciones en Europa no tiene mucho sentido cuando la economía está en una fase de depresión, es decir, ya no cae pero tampoco puede levantar cabeza. Paul Krugman no se cansa de repetir que Estados Unidos tiene que gastar más para reducir el paro aunque tiene un déficit terrible. En Europa, a pesar de que en algunos países la economía ha dado pequeñas tasas de crecimiento, no parece que la mejora sea suficiente para hablar de recuperación. No hay recuperación, y además los precios aumentan alrededor del 1%, -un 0,9% en febrero-, así que tampoco hay peligro de inflación; el dinero en circulación ha disminuido, por lo tanto mucha actividad económica no hay; y por último los créditos han caído un 2,7%, o sea, que está todo bastante parado. Pero aun así, la UE ha exigido a algunos países que bajen el déficit al 3% para 2013 lo que significa restar más dinero a la actividad económica. En esta última exigencia puede haber pánico a dejar a algunos países un poco de manga ancha, visto lo que han hecho hasta ahora en materia económica, pero la consecuencia de todo esto va a ser que la depresión en Europa se alargue en el tiempo
De mantener esta política la depresión se alargará, pero no en todos los países por igual. Los que tienen las cuentas saneadas y una potente industria superarán la depresión, mientras que los endeudados y con una estructura económica más débil se verán sumergidos en una situación de depresión permanente. Ocurrirá algo así como lo que pasa dentro de un país cuando una determinada zona, por la razón que sea, pierde su principal industria, después todas las industrias y servicios dependientes de la industria principal cierran, finalmente el dinero deja de fluir y la comarca en cuestión termina transformándose en una zona deprimida y sin futuro. La diferencia es que, esta vez, en lugar de comarcas pueden ser países enteros.
Lo que se está haciendo no es, desde luego, lo único que se puede hacer. Otra posibilidad sería dejar margen para que los estados inyecten fondos en la economía y levantar el tabú de que la inflación no debe de sobrepasar ciertos límites; dejar que la inflación suba supone que la deudas pierden valor al subir los precios más rápido que los intereses y a esto Alemania no está dispuesta por dos razones. La primera es que Alemania hizo de un marco fuerte el buque insignia de su economía y esa fue su condición para entrar en el euro, que ésta fuera una moneda fuerte. Además, al tener una balanza comercial positiva, exporta mucho más de lo que importa, acumula capital y por tanto es también el prestamista de Europa, y como tal, no está dispuesto a ver que sus deudas se devaluan como consecuencia de la inflación. Así que Alemania sigue marcando la política económica europea y se apunta un tanto con el acuerdo de ayer al mantener los criterios de monetarios por encima de otras consideraciones.
Dentro de esa jaula de grillos que se ha convertido la UE estos últimos dos meses a cuenta de la ayuda a Grecia, que por momentos recordaba al gobierno de Zapatero, seguramente la batalla fundamental ha sido, sin embargo, política, es decir, la cuestión de crear un verdadero gobierno europeo, para la puesta en marcha del cual, la gestión de la ayuda a Grecia podía haber sido un buen trampolín. Y eso seguramente buscaba Francia cuya intención siempre ha sido dominar Europa utilizando su potente aparato de Estado, mientras Alemania ha preferido una unión política más débil mientras afianza su dominio económico en Europa por medio de su potente estructura industrial. Con la introducción del FMI en la gestión de las ayudas a Grecia, el tema pierde la virtualidad que podía tener como embrión de un posible gobierno europeo. De ahí que hayan querido vender la introducción de temas económicos en el Consejo Europeo como un avance en esa dirección. En este asunto, al parecer Alemania también se ha llevado el gato al agua. No es extraño que Merkel se mostrara en sus declaraciones del viernes contenta y satisfecha.