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Mertxe AIZPURUA | Periodista

Optimistas y falaces.org

 

Al igual que usted, prefiero rodearme de gente razonablemente optimista. Mejor un plato de tristes acelgas frente a alguien que desborda pensamiento positivo que el más exquisito bogavante si entre las pinzas del crustáceo asoma un rostro con espíritu de acelga. El pesimismo crea estrés en derredor. Por eso vale más no confiarse a ellos, los pesimistas, aunque la del optimista perpetuo tampoco es buena opción. Los optimistas a tiempo completo son, por lo general, insufribles, además de peligrosos. Farsantes, incluso. Seguramente habrán visto ya el spot de una gran campaña publicitaria con la frase «Esto sólo lo arreglamos entre todos.org». Su mensaje es que gran parte del problema de la crisis económica radica en la sensación de crisis en la que usted, la vecina del quinto y yo vivimos. Todo un alarde del grado necesario de pensamiento positivo -anímese y no sea usted pesimista, oiga- para que ustedes solucionen esto consumiendo aquello. Esto -qué rentables resultan a veces las imprecisiones deliberadas- es la crisis. Las grandes empresas crearon esto, que ha traído como consecuencia que sufran todos los que no son ellos y que, dicen, sólo puede arreglarse si reaccionan los perjudicados por esto que crearon los otros. ¿Creen que me he hecho un lío, verdad? Se entiende mejor si se tiene en cuenta que la promotora del mensaje es la Fundación Confianza, organización sin ánimo de lucro fundada para esta feliz ocasión, que agrupa a grandes empresas como Telefónica, Endesa, BBVA, Repsol, Iberia... Que viva, pues, el optimismo perpetuo. Y la farsa y la falacia.

 
 
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