La Real ofreció la peor versión futbolística de la obra clásica «El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde» que ha protagonizado durante toda la temporada, con un equipo que ofrece su mejor cara en Anoeta y se transforma negativamente cada vez que se sube al autobús para iniciar un desplazamiento.

Si Xabi Prieto hubiera estado ausente se habría achacado el pésimo partido a su ausencia, como en otras salidas que se justificaron con su baja, pero ayer se demostró que el problema de este equipo no es de un jugador, sino de una actitud. Cuando juega en casa está a la altura de la importancia que tiene cada partido y cuando actúa fuera baja su intensidad con la confianza que le da saber que con eso le ha valido para estar líder en la clasificación. Le ha bastado hasta en las peores tardes con un chispazo de sus jugadores de calidad que le permitía sacar un punto o una victoria.

De hecho, la Real ayer se superó en la interpretación de Mister Hyde y probablemente habría empatado o, incluso ganado, si el árbitro sanciona un penalti sobre Xabi Prieto en los dos mejores minutos de la segunda parte de los blanquiazules. Este equipo tiene recursos para fabricar en dos minutos en el primer tiempo y en otros dos en el segundo las cuatro jugadas de más calidad del partido, pero ayer el desenlace de la interpretación no fue el deseado porque en la ruleta rusa que representan los árbitros de la Segunda no siempre va a acompañar la fortuna y tampoco se puede pretender que el portero y los centrales rocen la perfección.

Protagonismo de Bravo

Bravo tuvo ayer uno de esos errores de concentración que le impiden tener en el mercado el valor acorde a sus grandes virtudes. Se despistó en una falta lateral que no tenía mayor peligro y en la que no fue suficiente que Griezmann se pusiera delante del balón para que Arteaga pidiera pasos. No lo hizo, vio que Bravo estaba fuera de su portería sin mirar el balón y lanzó la falta con picardía. El juvenil no lo evitó y el portero no pudo reaccionar.

Fue una pena porque el chileno había detenido antes un penalti provocado por un error de Mikel González en una jugada en la que no debía meter el pie. No es normal que a un líder le hayan sancionado cinco penaltis en contra y sólo uno a favor. Se han dejado de pitar algunos como el de ayer, pero eso es consecuencia de jugar tan replegado. Se regala la iniciativa al rival porque se ve cómodo en su área, siente que con estar bien colocado y con la seguridad de su portero y sus defensas basta ante equipos sin mucha calidad, pero ese tipo de juego tiene riesgos.

Antes del gol el Córdoba había dispuesto de un penalti y había rematado en cinco ocasiones, en una de ellas al palo por mediación de Gerardo. Todo el balance ofensivo de la Real en el primer tiempo se redujo a una buena combinación entre De la Bella, Bueno y Griezmann que el juvenil remató fuera poco poco. Fue una mala primera parte, pero la segunda resultó aún peor tanto por los jugadores como por la dirección del entrenador.

Alberto Iturralde explicaba antes del partido las consignas que le había trasmitido Lasarte antes de cederle el testigo y subir a la grada para cumplir su sanción. El campo era grande y se debían buscar las bandas porque ahí el Córdoba era muy vulnerable. Bastaron esa jugada de Griezmann en el primer tiempo y las dos tarjetas de los dos laterales locales para reforzar esa estrategia en el descanso, pero en lugar de buscar las bandas y las segundas tarjetas la Real no las utilizó en el segundo tiempo salvo en un centro de Xabi Prieto que cabeceó Elustondo alto.

En la jugada siguiente fue expulsado el donostiarra. Cabe entender que el árbitro no pite penalti, aunque en la televisión se ve que lo hay, pero en una acción de ese tipo en la que un jugador sale de un regate desequilibrado no se puede amonestar. Sí podía haber sacado tarjeta en esa misma jugada por ese motivo a Aranburu, pero no a Prieto.

Esa decisión dejó a la Real por detrás, con diez y sin su mejor jugador de la banda y cuando parecía que Lasarte iba a dar entrada a Nsue para sustituirlo quitó al otro. Peor fue todavía la sustitución de Elustondo, uno de los que mejor estuvo. Lasarte no reparó en los cambios que retiró a sus dos lanzadores de estrategia y así luego tenían que sacar las faltas Nsue, Aranburu y De la Bella, que no han ensayado ni en los entrenamientos. Dentro del despropósito del partido y de la toma de decisiones equivocadas hubo dos faltas en el medio campo cordobés seguidas en las que lo normal era enviar un balón aéreo a los centrales para aprovechar las carencias locales en ese juego y la dos se sacaron en corto. En la segunda estaban los dos centrales en el área y Aranburu sacó el balón a Rivas para que centrara con la izquierda desde esa banda.

Para colmo de males se lesionó Bravo y a Zubikarai no le pilló preparado. Golpeó mal los dos balones que fueron a sus dominios y en el segundo el Córdoba recogió el rechace, como en casi todo el partido, y Juanjo culminó muy bien. Antes podía haber sentenciado Asen en un error en un pase de Rivas.

Por fortuna el Betis perdió en casa y el Levante no pasó del empate, pero eso que alivia el golpe no debe hacer variar el análisis. La Real debe intentar jugar fuera igual que en casa, no cambiar de personalidad, porque como no se gane nunca a domicilio el día que se falle en Anoeta se verá todo diferente. La derrota de ayer supone jugar con más presión el próximo partido contra el Hércules sin dos de los mejores jugadores del equipo, Xabi Prieto y Bravo.