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Cristina Maristany Escritora

Mi solidaridad total

 

Son tantos y tan importantes los hechos acaecidos en estos últimos tiempos que no podemos no valorarlos como es debido y permitir que se diluyan en la nada. La monstruosa actitud del Gobierno español acrecentada de día en día con detenciones masivas e ilegalizaciones de partidos (los nuevos desaparecidos de la democracia), más represión y torturas, y la sospechosísima trayectoria del viaje de Jon Anza antes y después de su muerte, en ese año en que no se supo nada, absolutamente nada de él, nos lleva, desgraciadamente, a revivir un pasado siniestro y gravísimo que nos recuerda lo ocurrido aquellos años de asesinatos vinculados a lo más terrible que pueda sucederle a un país: el terrorismo de estado.

La izquierda abertzale, desnacida de un plumazo para que así, al no poder presentarse a las elecciones, pudiera darse la rareza de un «pucherazo» realizado en un país europeo y que ha conducido a que el lehendakari haya sido elegido por la ausencia de los ilegalizados y el pacto contra-natura PSOE-PP. Esta estrategia meticulosamente preparada desde hace años con el alejamiento de los presos a las cárceles más distantes de sus familiares, a la prolongación de las condenas de las penas de esos presos una vez concluidas y un larguísimo etcétera ha ido acallando la respuesta a tanta aberración incluso en gentes de ideología progresista, ya que la continua campaña de silenciar los hechos o manipularlos ha adormecido las conciencias. La mejor definición para explicar la espantosa situación vivida en Euskal Herria es la de Miguel Castells: ocurre eso, dice, porque nos encontramos en un «franquismo constitucionalizado».

Pero vayamos a los hechos, que es lo que importa. Ante la reiterada negación del Gobierno para alcanzar la paz, la izquierda abertzale no ha alterado su determinación de llegar a ella, y ha ido trabajando en la elaboración de un texto importantísimo y clarificador: «Zutik Euskal Herria». Así mismo, ETA, en un comunicado, apuesta por la vía democrática, la ilusión del pueblo vasco en esa vía y, frente a la «frasecita» del ministro del Interior Rubalcaba «votos o bombas», se ha pronunciado claramente por «votos».

Pues bien, señores, ahora se han involucrado a fondo para el logro de esta paz cuatro premios Nobel y diecisiete imprescindibles protagonistas más, esenciales, ya que cuentan con la experiencia obtenida satisfactoriamente en otros países. Han suscrito un documento que ha presentado en Bruselas el sudafricano Brian Currin. El reunir a ese mosaico impresionante de personalidades no es tarea fácil, y ellos no se prestarían si no existiera la convicción plena de la autenticidad del planteamiento de la izquierda abertzale y su paso fundamental para poner fin al último conflicto en Europa. Hacen un llamamiento a ETA para que apoye este compromiso declarando un alto el fuego verificable, y al Gobierno español que responda debidamente. Preguntado Currin en la rueda de prensa sobre qué esfuerzos podría realizar el Gobierno español ante una eventual declaración de ETA, respondió que, aunque hablaba a título personal, se debía garantizar que la izquierda independentista pueda presentarse a las elecciones de manera normalizada y también la repatriación de los presos políticos vascos.

Ante el pronunciamiento público de los cuatro premios Nobel y de los otros protagonistas, las maquinaciones del Gobierno español se vienen abajo como un castillo de naipes. Después de 50 larguísimos años, ha llegado ya el momento de mostrar audacia y valentía para solucionar el gravísimo problema del País Vasco.

La convocatoria de hoy, el Aberri Eguna 2010, en Irun y Hendaia realizada por miles de personas de la red Independentistak va a ser histórica, ya que en Euskal Herria se está harto de manipulaciones, y esta vez va a ser la suma de miles y miles de ciudadanos vascos la que tome las riendas y decida por sí misma: elegir su futuro libremente.

Dice Amparo Lasheras en su artículo: «que sirva para demostrar a Madrid que sus maneras y sus imposiciones de fascista consentido ni nos gustan, ni las queremos, ni estamos dispuestos a sufrirlas de por vida». Y quiero terminar con unas palabras bellísimas también de Amparo: «El día del Aberri Eguna es uno de esos días que tocan la fibra más cercana al corazón. Un día, en definitiva, en el que mires donde mires, sólo veas Euskal Herria».

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