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Los «camisas rojas» de Thaksin toman el centro turístico de Bangkok

El pulso entre los partidarios del ex primer ministro tailandés Thaksin Shinawatra y su sucesor, Abhisit Vejjajiva, vivió ayer un nuevo capítulo cuando los opositores «camisas rojas» tomaron el centro turístico de Bangkok. Las autoridades tailandesas temen que su estancia se prolongue y vuelven a producirse escenas de bloqueo de visitantes, lo que sería un duro golpe para la industria turística, la principal fuente de divisas del país.

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Unos 60.000 manifestantes paralizaron ayer el barrio turístico del centro de Bangkok, en una nueva prueba de fuerza con el primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, al que reclaman su dimisión desde hace tres semanas.

Los turistas extranjeros miraban con sorpresa pero sin temor esta nuevo desfile de los «camisas rojas», partidarios del exiliado ex primer ministro Thaksin Shinawatra y que exigen la cabeza de su sucesor, Abhisit, y la convocatoria de elecciones.

El movimiento, que sigue siendo sólido tras una veintena de días de lucha y a pesar del sofocante calor, se concentró en esta ocasión en una de las principales rotondas de Bangkok, en la que se sitúan los hoteles de lujo, centros comerciales y un célebre lugar de oración, el santuario de Erawan.

«Provocan a las autoridades para que emplee la fuerza para dispersarlos», aseguró Abhisit durante una conferencia de prensa en la que defendió el diálogo para lograr la evacuación del barrio antes de recurrir a métodos coercitivos.

Los «camisas rojas», que se apoyan especialmente en los campesinos del norte y el noroeste de Tailandia, acusan a Abhisit de servir a las élites tradicionales de Bangkok y exigen su salida inmediata.

Apoyado por el Ejército y una coalición parlamentaria, Abhisit únicamente ha dejado entrever la posibilidad de dimitir a finales de año.

«No aceptamos que Abhisit se mantenga en el poder nueve meses más», declaró Korkaew Pikulthong, dirigente de la oposición.

«Nuestra paciencia se agota, pero, por patriotismo, debemos seguir siendo no violentos», declaró Jatuporn Prompan, uno de los líderes de los «camisas rojas» tailandeses0.

«La disolución [del Parlamento] es la salida política a la crisis más conveniente, puesto que es una solución sin violencia y que ni beneficia ni perjudica a nadie», destacó unos de sus compañeros, Veera Musikapong.

La manifestación se produjo al día siguiente de que la industria turística impulsase un movimiento de protesta para demandar una solución rápida a la crisis para permitir al sector, el principal suministrador de divisas extranjeras, retomar su actividad normal.

«Comprendo lo que hacen. No tengo miedo porque vengo cada año», explicó Adolf Gutounik, un alemán de 57 años. «No creo que a muchos turistas les guste esto cuando lleguen a Bangkok», pronostica por su parte Selinah Poh, singapurense de 34 años, visiblemente molesta.

El país está siendo constantemente sacudido por los movimientos de los «camisas rojas» y sus adversarios monárquicos y anti-Thaksin, los «camisas amarillas», una señal de la profunda fractura que divide el país desde 2006.

El año pasado, las manifestaciones de los «camisas rojas» se saldaron con dos muertos y más de 120 heridos. A finales de 2008, los «camisas amarillas» bloquearon los aeropuertos de Bangkok durante nueve días, afectando a cientos de miles de turistas.

Según la Policía, los manifestantes eran 60.000 al mediodía de ayer. Hombres, mujeres y niños participaron en el desfile, caracterizado por el buen ambiente, al ritmo de atronadores altavoces y buscando los escasos lugares de sombra, para satisfacción de los vendedores de bebidas frescas.

El pasado 14 de marzo, la oposición logró reunir a más de 100.000 manifestantes en las calles de Bangkok.

La oposición reclama el retorno al orden constitucional en vigor antes del golpe de Estado militar de 2006 contra Thaksin, a quien consideran como el único político que se ha preocupado por la suerte de los campesinos.

El antiguo magnate de las telecomunicaciones es, en cambio, detestado por el establishment, que denuncia su mercantilismo, su nepotismo y la «amenaza» que represente contra la monarquía.

Thaksin vive en el exilio desde 2008 para huir de una pena de prisión por malversación financiera. Desde el comienzo del movimiento de los «camisas rojas», se dirige todas las noches a sus partidarios por videoconferencia.

El ex pimer ministro tailandés se ha trasladado recientemente a Moscú procedente de Estocolmo, después de que el Gobierno sueco le instara a abandonar el país por utilizar su condición de exiliado con fines políticos.

Según sus propias palabras, tiene «numerosos amigos en la capital rusa», entre ellos «un multimillonario dispuesto a invertir grandes recursos en Tailandia después de que el actual Gobierno sea sustituido».

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El ministro tailandés de Finanzas, Korn Chatikavanij, estimó en 10.000 millones de bahts [227 millones de euros] las pérdidas que ocasionará la ocupación del centro turístico de Bangkok si dura una semana.

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