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Karrantza acoge a un primate víctima del tráfico de animales

A principios de años fue decomisado y trasladado al Centro de Recuperación de Primates de Girona un ejemplar de hembra de macaco de Gibraltar. El pequeño primate, atrapado en el norte de África, permaneció en malas condiciones de cautiverio durante años y ahora ha sido acogido por el centro Karpin Abentura. La WWF advierte de que entre el 15% y el 30% del mercado de animales exóticos pasa por el Estado español, por lo que recomiendan no comprarlos.
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Únicamente superado por el tráfico de armas y por el tráfico de drogas, el tráfico ilegal de animales salvajes es un negocio que mueve cifras astronómicas de dinero. Concretamente, el Estado español es un paraíso para los contrabandistas de especies exóticas protegidas, ya que su situación geográfica la convierte en la puerta hacia Europa desde África.

No se puede saber a ciencia cierta el tamaño del mercado, pero grupos ecologistas advierten de que entre el 15% y el 30% del comercio mundial de animales protegidos pasa por el Estado español. Según la WWF, las especies autóctonas son las que sufren de manera más directa; especies como los osos pardos, los rebecos, los urogallos, los linces, las águilas imperiales, los halcones peregrinos, los pequeños pájaros o los Galápagos son los más afectados. Unas 70 especies peligran por culpa de esta práctica, por lo que los ecologistas recomiendan no comprar animales prohibidos. Además, advierten de que los animales exóticos son «incontrolables» en el ámbito doméstico, «porque no son mascotas».

Muestra de lo que supone esta práctica es Chafi, un ejemplar hembra de Macaco de Gibraltar (macaca sylvanus), que ha pasado por, al menos, tres dueños diferentes y ha vivido durante años en malas condiciones de cautividad, lo que le ha provocado daños físicos y trastornos síquicos.

A finales de marzo llegó a las instalaciones del Centro de Acogida de Fauna Silvestre Karpin Abentura, en Karrantza, esta mona de seis años de edad.

Según relatan los encargados de Karpin Abentura, el segundo dueño mantuvo al pequeño primate atado con una cuerda de persiana durante unos meses «para evitar las molestias, destrozos y mordiscos del animal en casa». Más tarde, Chafi fue puesta en manos de su tercer dueño. Éste, al igual que el anterior dueño, ante la imposibilidad de controlarla «como es habitual con los monos que se compran como mascotas», terminó encerrándola en una jaula de poco más de un metro cúbico en el balcón de su casa.

El rescate del animal

Este último dueño se puso, finalmente, en contacto con la Fundación para la Adopción, Apadrinamiento y Defensa de los Animales (FAADA). Tras valorar el estado físico y psicológico de la mona, la FAADA inició los trámites necesarios para el rescate del animal. Fue decomisado en enero de 2010 y trasladado a un centro de recuperación de Girona, donde personal especializado en primates se encargó de «estabilizar su situación física, corregir su dieta y, en definitiva, prepararla para poder realizar el viaje a Karrantza».

En el centro de la fundación, el pequeño primate ha podido ver por primera vez a otros ejemplares de su misma especie, olvidados desde su infancia cuando fue atrapada en tierras del norte de África.

La historia no ha acabado. La mona todavía tendrá que aprender a comunicarse con sus congéneres, a integrarse en su compleja estructura social y a cu- rarse poco a poco de los trastornos de comportamiento que presenta «debido al cautiverio».

70 especies

Por culpa del tráfico ilegal de animales exóticos, 70 especies están en peligro de extinción. Los ecologistas recomiendan no comprarlos y advierten de que no son mascotas.

un metro

El último dueño de la mona Chafi la encerró en una jaula de poco más de un metro cúbico en el balcón de su casa. Al final, se puso en contacto con la FAADA, asociación que recuperó el animal a inicios de año.

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