A estas alturas no resulta sorprendente un desplante de Israel a Estados Unidos. Quien viene incumpliendo la legalidad internacional tradicional y sistemáticamente gracias precisamente a su poderoso protector, últimamente se ha prodigado en esos gestos que han molestado a aquél, si bien de momento no ha provocado ninguna reacción preocupante para los planes sionistas. La no asistencia del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a la cumbre sobre Seguridad Nuclear de Washington, sin embargo, probablemente haya que interpretarla, más que como desplante malintencionado, como un plantón provocado por el miedo, máxime en el contexto de las relaciones entre Israel y EEUU, que no atraviesan su mejor momento. La nueva doctrina militar de Obama contempla un férreo control del armamento nuclear mundial, así como el compromiso de no atacar a países que no posean armas atómicas y que respeten el Tratado de No Proliferación Nuclear, con las excepciones de Irán y Corea del Norte. Quizá la intención de Obama en la cumbre no era poner en evidencia a Israel; sin embargo, algunos participantes en la misma, especialmente musulmanes, sí podrían hacerlo, simplemente mencionando esas excepciones hechas por EEUU y el hecho de que Israel no se somete al Tratado de No Proliferación Nuclear.