Al final se han hecho un lío. Tanto darle vueltas a la madeja, les ha terminado por marear y ahora ya no saben si hay que condenar o condenar al que condena.

Ayer Ion Antolín, en «Estrella Digital», llegaba a la conclusión de que van mal encaminados: «En la enésima embestida contra aquellos que pretenden llevar la voz de las armas a los Parlamentos democráticamente elegidos, se pretende que los que carecen de la suficiente vergüenza para condenar la muerte de inocentes lo hagan para salvar el escaño y el sueldo». El tío se huele la trampa saducea.

Y es que cree Antolín que la reforma de la Ley es «un brindis al sol». Y pone un ejemplo: «Si un paisano de Elorrio pretende ser concejal, por ejemplo, en una candidatura de EA, y se produce un atentado, la negativa a expresar una condena supondría de forma clara una vulneración de la nueva ley, y con toda probabilidad la pérdida de la condición de candidato, o de concejal si hubiese sido elegido. Aunque lo más preocupante no es que esto pase. Lo tremendo del caso vendría si el sujeto, un tipo con la cara confeccionada del mismo material que levantan los harrijasotzailes, condenase la violencia mientras sonríe como si hubiese ganado unas buenas perras en las apuestas del frontón. Problema, y gordo». Pues sí.

Pero va más lejos Antolín y encuentra al culpable: Mayor Oreja. No se lo pierdan.

Así nos dice que «si Jaime Mayor Oreja es capaz de provocar que desde el Gobierno de la nación se necesite reafirmar cada día el compromiso innegable para terminar con ETA, y el susodicho le coge el gusto a los micrófonos para hablar sobre estos temas, podemos prepararnos...».

Lo que en definitiva quiere decirnos el columnista es que con su discurso Mayor Oreja provoca cambios legislativos que, al final, dan alas a los proscritos y ellos, los demócratas, terminan haciendo el primo, porque «¿Quién interpretaría si las palabras explícitas de condena son eso o una burla? ¿Se puede legislar sobre las intenciones ocultas tras las palabras? Puede ser éste un sendero complicado, sobre el que convendrá reflexionar antes de iniciar la marcha». Tiene razón: ellos condenaban el Batallón Vasco Español y el GAL.