Miles de blancos ultraderechistas seguidores del Movimiento de Resistencia Afrikaner (AWB) acudieron ayer a Ventersdorp para despedir a su líder, el supremacista Eugene Terre'Blanche, entre estrictas medidas de seguridad.

«El mundo estaba contra él. La gente sólo vio lo que estaba mal en él», dijo en afrikaans el pastor que ofició el funeral y que fue seguido por sus seguidores, controlados por un impresionante dispositivo policial. Desde su muerte hace seis días por los golpes que supuestamente le propinaron dos peones de su granja, tras una discusión sobre un salario mensual impagado, la Policía se encuentra en estado de alerta. Numerosos agentes armados, un equipo de desactivación de explosivos y al menos dos helicópteros vigilaron el acto y extremaron la protección de la ministra de Agricultura, Dipuo Peters, que asistió en representación del Gobierno. Sólo Peters y algunos periodistas y policías negros destacaron entre la exclusiva presencia blanca.

Caras serias, lágrimas y saludos fascistas despidieron el féretro del líder del AWB, que fue trasladado a su granja.

La muerte del ultraderechista Terre'Blanche, fundador del movimiento que en la década de los 90 cometió varios atentados con víctimas mortales para evitar el fin del apartheid, reabrió las viejas heridas raciales que subyacen sobre todo en las zonas rurales, donde persisten las desigualdades 16 años después de la caída del régimen supremacista blanco. De nuevo se ha evidenciado la tensión racial y el desequilibrio social en el país, donde el 9% de los blancos maneja la mayor parte de la economía a pesar de que el 80% de sus habitantes son negros, según datos de Efe.