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«La poesía sabe hacerse cargo de sí misma»

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Michael McClure

Poeta, dramaturgo, actor y compositor

Michael McClure (1932, Marysville, Kansas) es uno de los intelectuales más alternativos y activos de la escena artística norteamericana. Catorce libros de poesía, ocho obras de teatro -algunas auténticos clásicos modernos- y su papel de mentor de Jim Morrison lo confirman.

R. Garcia Lopes-LA JORNADA | MÉXICO D.F.

Decisivo como punto de enlace entre músicos, pintores, poetas y aun científicos como Francis Crick, el pensamiento poético de Michael McClure (Kansas, 1932) es uno de los más vigorosos de la lírica estadounidense. En su trayectoria se cruzan nombres de diferentes disciplinas como Jack Kerouac, Bob Dylan, Jim Morrison -fue amigo suyo y se le considera como el responsable del reconocimiento del cantante de The Doors como poeta-, Norman Mailer, Martin Scorsese o el teclista Ray Mazarek (The Doors), con quien todavía hoy en día continúa ofreciendo conciertos poéticos por toda la geografía de su país.

¿Aún hoy se consideran un poeta beat? ¿A qué cree que se debe?

Me di a conocer en aquel primer encuentro de los beats en San Francisco, en la lectura de la Six Gallery, en 1955. Allen Ginsberg estaba ahí y leyó «Aullido» por primera vez. Gary Snyder, Philip Whalen y yo leímos nuestros poemas, y el poeta Kenneth Rexroth moderó las lecturas. Fue la primera vez que vi a Kerouac, aunque él no leyó. Para mí es difícil definir la palabra beat porque arrastra cosas diferentes para cada uno. Para algunos, como los medios, los beats eran vistos como unos vividores y locos, con sandalias y tocando el bongó. Para nosotros, la palabra estaba asociada a un interés común por la naturaleza, por la ecología, por la exploración de la mente, por una inmersión profunda en la experiencia, lo que es ya una tradición antigua, si recordamos a alguien como Thoreau. Por otro lado, el jazz, el blues y el bebop nos dieron la certeza de que la poesía también tenía que manifestarse a través de la música, de la presión nerviosa. Se despertó un gran interés por la importancia de la cultura negra. La mayoría de las letras de canciones de esa época eran muy pobres. Creo que la poesía beat fue importante también por esa voluntad de hablar de otras cosas, de manifestarse respecto a la libertad individual, contra la guerra o contra la pobreza espiritual. Varios músicos, como el propio Jim Morrison, Bob Dylan y los Beatles, se fijaron en nuestra poesía para darle un sentido y una profundidad mayor a sus letras. Se dieron cuenta de que no tenían que escribir música de chicles o de decepción amorosa, que podían escribir sobre lo que realmente estaba aconteciendo.

¿Cuáles eran sus referencias literarias cuando comenzó a escribir?

Empecé a escribir influido por el verso libre, por el imagismo de Williams, por Cummings y Pound. Pero antes había experimentado mucho con formas tradicionales como la balada y el soneto. A cierta altura, me di cuenta de que tanto el verso libre como el tradicional estaban limitando mi libertad creativa. Yo confiaba en que la conciencia poética era más física, fisiológica, atlética. Que se movía, danzaba. Entonces advertí que esa conciencia era parte del cuerpo fisiológico y que no estaba separada del resto de la naturaleza.

Frecuentemente sus poemas han sido llamados «poesía de acción», aludiendo a la «pintura de acción» de Jackson Pollock. ¿Comparte esa idea?

Sí, pero yo preferiría llamarla poesía gestual. Sería la manifestación de un mismo impulso que encuentro en Jack Kerouac, Thelonious Monk, Bud Powell, Charlie Parker. Todos se hallaban envueltos en la construcción de una autobiografía del espíritu. Todos ellos querían, a través de su trabajo, manifestar los niveles más profundos de la imaginación, y eso es una actitud universal.

Siempre se ha referido a sus poemas como extensiones de su propio cuerpo, más que como un objeto aislado, con un sentido en sí mismo.

Todo lo que hago se vuelve una extensión de mí, y eso también ocurre en el expresionismo abstracto en la pintura, en el jazz o incluso en Artaud. Para mí, métrica, técnica, todo eso es algo interior que se manifiesta de un modo exterior. No es algo preconcebido sino inmediato. Siempre me gustó explorar la «fisicalidad» del pensamiento, buscando una cierta cualidad física o verbal y un vigor de expresión donde la poesía pudiera ser alcanzada. Pero esa poesía de la que hablo no es tanto una novedad: es una poesía de la experiencia, que investiga la conciencia, los sentidos.

En el prefacio de su libro »Jaguar Skies» (1951) menciona que la poesía es un principio muscular. ¿Podría abundar sobre este tema?

Siempre me interesó encarar la poesía de ese modo. Para mí, la experiencia poética no es un proceso puramente intelectual, sino un proceso que viene del cuerpo, y donde el intelecto es sólo una parte importante. Creo que la poesía occidental siempre ha puesto más atención en la mente que en el cuerpo. Incluso cuando alguien estudia su estructura, casi nunca la ve como una extensión de la fisiología. Para mí la poesía es un proceso natural, como ocurre con los animales: para un gatito es natural comenzar a buscar ratones y cazarlos, al igual que un aguilucho empieza a extender las alas junto al nido, hasta que en algún momento aprenda a volar. Del mismo modo, era natural para un músico como Monk, o un novelista como Kerouac, sentarse y tocar o escribir frases, algo totalmente espontáneo y muscular en cuanto a que viene del cuerpo.

¿Se opone a una poesía intelectual, que está sólo pensada pero no vivida?

No me opongo totalmente al intelecto, precisamente porque no veo una separación entre cuerpo y mente. Me siento incómodo con la tradición modernista europea e incluso con la estadunidense: creo que cuando el arte o la imaginación están dirigidos más al universo del discurso que al de las percepciones, de las sensaciones, del sentimiento, desemboca en una especie de metafísica que se aleja de la experiencia humana y se vuelve un producto, una parte de la gran maquinaria de la educación o de la civilización. En esos casos, la poesía puede ser un veneno, pues se ve reducida en cuanto experiencia, se torna estéril. La poesía se vuelve un veneno, más que un arte que conduzca a la liberación, o al cultivo de la libertad de la imaginación, del placer, a la profundización de la conciencia. Diane di Prima escribió una vez que «la única guerra que nos importa es la guerra contra la imaginación».

¿Qué consejo daría a los poetas jóvenes de hoy?

Bueno, la función de los poetas es hacerse cargo de la poesía. Pero eso no es necesario. La poesía sabe hacerse cargo de sí misma.

GENERACIÓN BEAT

«Para nosotros, la palabra beat estaba asociada a un interés común por la naturaleza, por la ecología, por la exploración de la mente, por una inmersión profunda en la experiencia».

Un clásico censurado por «conducta lasciva»

Miembro importante de la contracultura hippie, McClure es también dramaturgo y protagonizó en 1965 una intensa lucha contra la censura, con el estreno de «The Beard» en el Actor's Theatre de San Francisco. La obra fue prohibida, sus protagonistas detenidos y acusados de «conducta lasciva en lugar público». Se fueron con el montaje a otra parte, a Berkeley, donde se repitió el éxito de público y la censura. De ahí a Los Ángeles, con la misma trayectoria, y luego a Nueva York, donde en 1968 ganó el premio al mejor director y mejor actriz. Desde entonces «The Beard» se ha representado en todo el mundo y es el favorito de los grupos universitarios estadounidenses. McClure, que continúa ofreciendo recitales y componiendo canciones -«Mercedes Benz», de Janis Joplin, es una composición del propio McClure-, no para. En el Festival de Cannes que se celebrará en mayo se presenta «Curses and Sermons», de Nick Saunders, basado en una obra teatral suya.

A.E.

POESÍA

«Considero que la experiencia poética no es un proceso puramente intelectual, sino un proceso que viene del cuerpo, y donde el intelecto es sólo una parte importante».

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