Las intensas lluvias que este fin de semana han afectado las regiones chilenas del Maule y Biobío, las más devastadas por el terremoto del pasado 27 de febrero, han dificultado las condiciones en que están las miles de familias que perdieron sus casas y aún no han recibido viviendas de emergencia.

Mientras la construcción de cabañas de madera avanza a marchas forzadas, las primeras lluvias de la temporada sorprendieron a muchas personas que desde el terremoto y posterior tsunami permanecen en precarias tiendas de campaña. La intendenta (gobernadora) de la región del Biobío, Jacqueline van Rysselberghe, anunció que, aunque se trate de una medida un tanto «rudimentaria», entregarán «plástico al por mayor» para cubrir las tiendas de campaña y evitar que se moje la ropa y los colchones.

Hasta ahora se han levantado cerca de 15.000 viviendas de emergencia de las 40.000 que anunció el Gobierno, tarea en la que están involucrados 5.000 efectivos del Ejército y voluntarios de la ONG Un Techo para Chile.

En los próximos días 20.000 personas serán contratadas para participar en esta tarea con el objetivo de construir las 40.000 cabañas de madera antes del 11 de junio, según se comprometió el presidente Piñera.

Paciencia

Van Rysselberghe lamentó los problemas que las autoridades han tenido para la construcción de las viviendas, «sobre todo en localidades donde las municipalidades (alcaldías) han tenido dificultad para obtener un terreno» para instalarlas.

La Oficina Nacional de Emergencia (Onemi), entretanto, pidió «paciencia» a los damnificados, y aseguró que están trabajando para ofrecer un techo a todos los afectados por la catástrofe. «Estamos en pleno proceso de adquisición de viviendas de emergencia», aseguró Johaziel Jamett, jefe del centro nacional de alerta temprana del organismo.