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El coleccionista que todos llevamos dentro se muestra en Mungia

Aquel primer cromo de Iribar, aquel primer sello de los JJOO de Moscú, aquella primera lata de cerveza en una terraza extranjera... Así empiezan las colecciones. Este fin de semana, Mungia ha reunido a cientos de coleccionistas... de todo.

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Joseba VIVANCO

Todas las personas llevamos dentro un coleccionista. «Siempre, siempre hay un coleccionista dentro de nosotros. Se comienza con los recuerdos: un billete de tranvía de alguna ciudad que visitas, unas monedas, un cuadro, una figura... Continúas con ello y, al final, te encuentras que tienes varios de distintos orígenes y comienza tu colección», asiente Antonio López, presidente de la asociación Bitxikiak, que cuenta con un centenar largo de socios y colaboradores y que durante este fin de semana ha celebrado la octava edición de la Feria del Coleccionismo de Mungia.

A Begoña le pasó algo así. Esta basauritarra que de pequeña había recopilado una humilde colección de gomas de borrar, un día de hace ahora ocho años se fijó en unas bonitas gomas en un escaparate, que le despertaron aquella olvidada afición de la infancia. «Y decidí iniciar ya en serio la colección», cuenta ahora, cuando suma nada menos que 5.000 diferentes piezas, a cada cual más imaginativa.

Tiene gomas de infinidad de lugares, pero, por desgracia, en el Estado español apenas sí puede intercambiarlas con cinco o seis aficionadas más. «Viajo a Barcelona todos los años porque allí hay bastantes», indica. Su particular joya de la corona es una pieza húngara de nada menos que 2,3 kilos de peso. Pero la variedad de tipos y colores no tiene límites. Miles de ejemplares que «guardo en archivadores para que no se estropeen, todas clasificadas por temas en cajones».

Chapas de cerveza o pegatinas de fruta

En el polideportivo de Mungia se han dado cita este fin de semana unas cinco mil personas, gran parte de ellas ávidas de intercambiar o comprar. Antonio López, impulsor del evento, colecciona monedas, sobres de azúcar y palillos nominativos, es decir, con el nombre del establecimiento. «Las monedas, porque mi padre lo hacía y de verle surgió la afición; los sobres de azúcar y palillos, porque trabajé en hostelería y representando locales de ocio, algunos con mucho pedigrí», explica sobre sus elecciones.

Pero en este encuentro de coleccionistas se ha podido encontrar casi de todo lo imaginable y, sobre todo, inimaginable. «Como curiosidad, la colección de Exlibris, las de figuras de animales como tortugas, patos, búhos etc... de pinzas de Betel que son una auténtica joya de orfebrería de uso en la zona del lejano Oriente, reproducciones de faros, juguetes... Hasta carteles de `No molesten' de los hoteles», detalla.

Entre esos expositores se encontraba Guillermo Garcia, un coleccionista local que se decantó por las chapas de cerveza. «Hace cinco años, en la feria conocí a mi buen amigo Manel, que por cierto falleció en junio pasado. Me enseñó orgulloso su espléndida colección de chapas de cava y me regaló unas chapas de cerveza San Miguel muy antiguas y ahí comenzó mi curiosidad y, hoy en día, mi gran afición», explica. «Lo que más destacaría son las horas metidas en ordenar y clasificar», prosigue.

No en vano, en este tiempo ha reunido ya unas 4.500 chapas cerveceras de todo el planeta, gracias a los intercambios por Internet, pero, sobre todo, a la ayuda de sus muchos amigos viajeros. En Mungia, a diferencia de Begoña, la coleccionista de gomas de borrar, Guillermo ha tenido la oportunidad de hacerse con nuevos ejemplares, ya que que se han reunido una veintena de coleccionistas de estas mismas chapas de cerveza.

Más atípica es la afición de Marie Pierre Poltorak, de Fika. «Mis hijas gemelas las quitaban de la fruta cuando íbamos al supermercado. Era una forma de centrarlas un ratito. Después, las pegábamos en láminas. ¡Era una forma, también, de encontrar más atractivo el consumo de la fruta a la hora de la merienda!», recuerda. ¿Han adivinado qué colecciona? Pues sí, pegatinas de frutas, y lo hace desde hace una década.

En Bitxikiak hay otros dos coleccionistas como ella interesados en pegatinas de frutas y hortalizas. Pero gracias a esta búsqueda ha conocido intereses similares de personas en el Estado francés, Bélgica, Gran Bretaña... Su colección se ha quedado, por ahora, en unas 2.000 etiquetas, de entre las que destaca las de plátano, naranjas y mango, por su colorido y diseño. Y decimos se ha quedado porque está volcada en coleccionar secantes y lazos para la promoción de perfumes. «Todo lo relacionado con el mundo del perfume me apasiona», reconoce.

45.000 pegatinas reivindicativas

«Lo mío, de afición pasó a pasión, en cuanto pasé de acumular a coleccionar», responde rápido Iñaki de Nicolás, conocido por su exclusiva recopilación de pegatinas reinvindicativas, políticas o sindicales. Su caso viene de lejos, de su época de estudios marcada por las movilizaciones estudiantiles y obreras en Ezkerraldea y, sobre todo, su Barakaldo natal. «De cada movilización, elecciones, Aberri Eguna, Primero de mayo, mítines... fui acumulando en un cajón las pegatinas que adquiría o compraba. Lo que me arrepiento ahora es de no haber comprado todas las que vi», se lamenta.

Recuerda cómo hasta llegó a insertar un anuncio en el añorado `merkatu txikia' de Egin. «Mi colección se empezó a enriquecer con un colega de Andoain, hoy ya medio retirado». Después amplió sus miras al resto del Estado español. Hoy, cuenta con unas 45.000 pegatinas diferentes, «de las cuales sólo la mitad tengo ordenadas y catalogadas; el resto, espera en cajas y álbumes a que me ponga a ello». ¿La más antigua? «Quizás la del Aberri Eguna del PNV en el 68». ¿La última? «La que editó para el pasado 27 de marzo la mayoría sindical vasca».

Aficionados todos ellos que no han faltado a esta cita de Mungia. Han intercambiado, han comprado y han curioseado y, quién sabe, seguro que se ha ganado algún nuevo coleccionista.

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