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La primavera, ¿la sangre altera?

Estornudos. Cuerpo cansado. Dolor de rodilla. Pero también ropa más ligera y sugerente, mayor deshinibición y alegría... La primavera ya está aquí y nuestro organismo lo nota. ¿Es cierto que la primavera nos altera? Parece que sí.

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Joseba VIVANCO

La primavera, suelen decir, o te adormece o te altera. Época de renovación, la naturaleza revive tras el invierno. Época de floración y de alergias, de impulso anímico por el sol y de la astenia primaveral. Una indudable época de cambios físicos y anímicos. Pero, ¿realmente la primavera, la sangre altera? Es cierto que a nuestro alrededor la gente parece más alegre, más desinhibida, otras parecen, en cambio, caer en una depresión primaveral, las hay que aseguran sentir más molestias reumáticas, se dice que las visitas al sicólogo aumentan... ¿Qué hay de cierto en todo este cambio primaveral?

«Nuestro organismo no es una máquina con interruptor donde podamos seleccionar `modo primavera' o `modo invierno', sino que está sujeto a múltiples factores, entre ellos los cambios del entorno», anticipa Enrique Saracho, siquiatra y director de la cooperativa de salud Ediren. «En primavera le pedimos a nuestro cuerpo un mayor nivel de exigencia, que rinda más de un día para otro y nuestro cuerpo necesita tiempo para adaptarse», aclara. «Entendemos la fatiga del jet-lag, pero no que nuestros ritmos diarios cambian en primavera», concluye.

El diccionario dice que astenia es «falta o decaimiento de fuerzas caracterizado por apatía, fatiga física o ausencia de iniciativa». Y la astenia, como las flores, florece en primavera. «Es cierto que podemos sentirnos más cansados. «Nuestras constantes vitales están reguladas por hormonas, que siguen determinados ciclos o bioritmos con variaciones a lo largo de un día, de un año o de una vida. Sabemos que los cambios climáticos afectan a estos ciclos de hormonas pero lo hacen de una forma natural. Por otro lado, si le pedimos a nuestro cuerpo un nivel mayor de rendimiento de un día para otro es normal que se ponga remolón», explica.

Cansancio, quizá cierto decaimiento. Pero nada preocupante. «Lo que pasa es que tenemos la manía de poner nombre a todo, de inventarnos enfermedades que no existen», cuestiona Saracho. Eso sí, hay personas que no viven los cambios de la misma manera, como quienes tienen un nivel de sensibilidad mayor y acusan más los cambios. Y esos sí que pueden necesitar más ayuda.

Aumenta la apetencia sexual

Nuestro cuerpo lo nota y también nuestra vida emocional y, por ende, nuestras relaciones afectivas y sexuales. Salimos más, nos relacionamos más, viajamos más, nos despojamos de la ropa invernal como una cebolla y... aumenta nuestra apetencia sexual. «Salimos de la `hibernación'», resume la sexóloga del colectivo Emaize, Ana Ramírez de Ocáriz. «Los ánimos se levantan», insiste.

A más calor y luz, mayor aumento de las sensaciones placenteras y de la producción de hormonas, como la melatonina y las feromonas, determinantes para la actividad sexual. Alteraciones hormonales a las que les viene bien toda ayuda. «Con ropas más ligeras enseñamos más cuerpo y eso también hace que el deseo se recupere, frente al encogimiento con el que vamos en invierno», apunta la experta.

¿Pero se alteran por igual ellos que ellas? La sexóloga tiene claro que la condición sexual influye: «Los chicos, los hombres, son más erásticos, lo que les mueve es el propio deseo, mientras que las mujeres, en términos generales, que de todo hay, somos más eroménicas, es más probable que deseemos a quien nos desea. Así, es habitual que los chicos en primavera aumenten los acercamientos, tanto si quienes les ponen son chicos como chicas, y las chicas estén más abiertas a éstos».

Una predisposición que se hace más evidente en la adolescencia. ¡Malos tiempos para el profesorado! «Es la etapa en la que afloran nuevos sentimientos eróticos sin demasiadas barreras que, luego con la edad, nos acabamos autoimponiendo».

Una estación primaveral en la que, ligado a todo esto, se da el pistoletazo de salida a la conocida `operación bikini' para ellas, `operación gimnasio' para ellos. Incluso se dice que a partir de estas fechas aumentan las operaciones de estética. «Continuamos en un modelo de sociedad que sigue primando la imagen, el envoltorio», se lamenta esta sexóloga, que no duda en invitar a que «intentáramos tener una actitud abierta hacia el exterior durante todo el año. En el deseo creo que puede influir más la actitud propia que el propio clima».

Un tiempo primaveral en el que muchos no están preocupados por su líbido, sino por las dolencias musculares que dicen sentir en estas fechas. ¿Un mito? Alberto Alonso Ruiz, jefe del Servicio de Reumatología del Hospital de Cruces, discrepa: «No existe evidencia científica de que los cambios de tiempo o las estaciones afecten a la evolución de enfermedades reumáticas». Otra cosa es que muchos pacientes refieran cambios en sus molestias. «Pero hay que tener en cuenta que muchas enfermedades tienen síntomas que oscilan de forma espontánea en el tiempo, sin que tengan que ver nada con el clima que haga». ¿Y qué hay del `termómetro reumático'? Me duele, luego cambia el tiempo. «No hay ninguna evidencia que lo demuestre», echa por tierra otro mito.

 

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