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Victoria Mendoza Psicoterapeuta

Terapia para el duelo

Hay que aprender a vivir con la pérdida y esto requiere de todo un proceso terapéutico de duelo, donde la persona pueda recibir ayuda profesional y todo el apoyo familiar y de amigos

La muerte prematura de cuatro jóvenes de Eibar y de otros cuatro hombres de Zarautz, que en estos últimos días han perdido la vida en las carreteras de Gipuzkoa, provoca dolor a familia, amigos y a quienes les conocieron y ahora lloran su pérdida.

Haré referencia, sobre todo, al dolor de las madres, porque es el ejemplo más claro de la situación que se vive y del cómo se pasa cada uno de los momentos. A partir de que se les informa que un hijo ha muerto, sea cual sea la causa, hay diferentes fases, y a pesar de las reacciones y sentimientos comunes, también hay algunas diferencias. Hay personas que prefieren que se respete su dolor desde la distancia, puesto que necesitan soledad y tranquilidad para tomar conciencia de lo que ha sucedido, mientras otras necesitan consuelo y compañía, que no se les deje solo en esos momentos difíciles.

Esto es sólo el principio, ya que tendrán que pasar por diferentes momentos, desde la negación, la toma de conciencia de lo que fue y ya no puede ser, de lo que hubo y ya no habrá... Por más que te digan palabras tiernas y cariñosas intentando calmar y consolar tu dolor, sólo quien vive la experiencia sabe que esto no es tan fácil ni sencillo. Hay que conectar con la rabia y la impotencia, entender el propio dolor y poner palabras al sufrimiento, hablar de lo que uno está sintiendo, entender la pérdida y los motivos. Hay que aprender a vivir con la pérdida y esto requiere de todo un proceso terapéutico de duelo, donde la persona pueda recibir ayuda profesional y todo el apoyo familiar y de amigos.

Los sentimientos son un mezcla de rabia y dolor, y recuerdos sanadores. Ver su habitación, su ropa, sus amigos, los lugares que frecuentaba, ver todo lo que le relacione es aunque doloroso, necesario para acabar de entender que esa persona ya no está más aquí. Estos recuerdos bien procesados deben conseguir que en determinado momento el recuerdo no le atormente, sino le reconforte; que pensar y hablar de ese ser querido no sólo le haga sufrir, sino que consiga llegar al momento en que su recuerdo le da fuerza y motivos para seguir adelante, conseguir a pesar de la pérdida prematura, agradecer todos esos momentos compartidos, todo lo que aprendieron juntos, unos de otros. En una palabra, debemos conseguir que el recuerdo nos permita agradecer el tiempo que hayamos podido vivir y disfrutar a esa persona. Esa es la clave de la sanación.

El dolor por la pérdida de un hijo perdura toda la vida. Pero un buen trabajo terapéutico de duelo puede conseguir algo que vemos mucho en terapia grupal, concretamente en el trabajo de Constelaciones Familiares cuando los vivos quieren ir tras sus muertos, y quieren que la tristeza y la depresión les lleve cuanto antes a su propia muerte porque creen que es la forma de volver a estar juntos. En este punto la voz de quien se fue dice: «Si de verás me quieres demuéstramelo viviendo con plenitud...».

Hay mucho más que contar al respecto, pero hoy me limito a dar mi pésame a las madres y padres que han perdido a sus hijos e hijas en estos accidentes, y recordarles que aun hay mucha gente que necesita de su cariño, y que hay muchas formas de seguir sintiendo cerca a las personas que físicamente nos han dejado.

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