El severo impacto económico que la expansión de la nube de ceniza procedente de Islandia que aún ocupa buena parte del espacio aéreo europeo está provocando sobre la actividad del sector de la aviación civil ha llevado a este último a forzar la apertura del debate sobre un hipotético «exceso de celo» por parte de los gobiernos a la hora de garantizar la seguridad en los vuelos. En ese contexto, mantiene que quienes han sido responsables del cierre de los aeropuertos lo han hecho desde una interpretación demasiado rigurosa del «principio de precaución».

De una forma a todas luces irresponsable, los empresarios del aire presionan con éxito para limitar al máximo ese principio de precaución, que protege las vidas humanas por encima de cualquier otra consideración, hasta el punto de sustituirlo por el «principio de la proporcionalidad», en el que logran así colar otra serie de parámetros, como el impacto económico de las decisiones. Cabe preguntarse si las compañías, en el ámbito de su actividad empresarial habitual, ya están aplicando ese principio, mucho más acorde con las exigencias que plantean las cuentas de resultados en estos tiempos de crisis.