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Derbi vasco en el Sadar

Permanencia y Europa firman tablas en un choque de mutuos desatinos

Nadie pudo terminar satisfecho tras lo visto en El Sadar, ni ambas escuadras vascas ni, por supuesto, el público, que pagó religiosamente para ver algo más que un continuo vaivén de balones largos sin sentido. El punto, al menos, les sirve a ambos para seguir sumando en sus antagónicos objetivos: Osasuna ve más cerca la salvación -ahora tiene un colchón de siete puntos- y el Athletic no se queda descolgado en la lucha por los puestos europeos.

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OSASUNA 0

ATHLETIC 0

Natxo MATXIN

Osasuna y Athletic firmaron un derbi de baja calidad reconvertido a un continuado cúmulo de despropósitos, donde nadie puso temple a la hora de circular el balón y el pelotazo fue el recurso más utilizado por ambas escuadras. A la merma ya conocida de que el partido se dispu- tase un lunes a última hora se añadió el poco juego que ambas escuadras vascas demostraron sobre el césped de El Sadar. Sólo alguna que otra jugada esporádica y la mayor verticalidad vizcaina, bien contrarrestada por Ricardo en momentos puntuales, merecen destacarse.

No es la primera vez en la que un choque de estas características acaba defraudando, pero la verdad es que ayer tanto navarros como rojiblancos se preocuparon más de cortocircuitar al contrario y no perder el sitio, que de tratar de crear, algo que un aburrido público hubiera agradecido con creces.

En cualquier caso, ritmo fue lo que le pusieron ambas escuadras en cuanto Teixeira dio el pitido inicial, pero el Athletic lo plasmó en un mayor criterio sobre el verde. La cabeza de Llorente y la banda izquierda de Yeste fueron las opciones preferidas de los vizcainos para acosar la portería de Ricardo. A Osasuna le costaba mantener el esférico en su poder, pero eso comenzó a variar cumplido el primer cuarto de hora de derbi.

El Athletic no había aprovechado su mejor salida para generar peligro y los anfitriones empezaron a sacudirse el dominio foráneo. Un fallo en cadena de los dos centrales visitantes permitió que el cuero cayera franco a Pandiani, pero no estuvo lo suficientemente rápido para empalar antes de que los rivales se le echaran encima.

Al menos el lance sirvió para que Osasuna espabilara y los de Caparrós se vieran forzados a recular. Rúper volvió a probar a Iraizoz, pero desde muy lejos, y el de Antsoain a punto estuvo de comerse un centro chut de Juanfran. Las tornas habían variado y el Athletic se dedicaba ahora a sorprender a la contra.

Pero fue a balón parado la mejor de que dispusieron los leones a la media hora. Un corner de Yeste al segundo palo, un desmarque perfecto de Llorente y su cabezazo sacado con muchos apuros por Ricardo. El espigado ariete volvió a demostrar su pericia y picardía al meterse ocho minutos después entre la apatía de los centrales rojillos, pero su suave toque con la puntera encontró nuevamente los reflejos del meta osasunista.

La tuvo Toquero

Tampoco es que se forzara la máquina tras el paso por vestuarios. Los despropósitos superaban con creces a los aciertos, el cuero iba y volvía de unos a otros, pero sin ninguna concrección. No había balones largos con criterio, sino auténticos balonazos y tente tieso.

Puestos a salir peor parados con el empate, el Athletic tenía más que perder que Osasuna. Por ello, Caparrós movió ficha para aprovecharse del novato del derbi. Susaeta entró para dejar en evidencia a Echaide en el primer balón que tocó, pero su chut resultó flojito a las manos de Ricardo. Yeste prolongó las intenciones rojiblancas de adelantarse en el marcador, pero no llegó por poco a un rápido envío raso de Iturraspe.

Por si no era ya suficiente martirio para la grada el escaso fútbol que mostraban ambas escuadras, Teixeira Vitienes se unió a la «fiesta» con un arbitraje para echarse a llorar. El cántabro no fue decisivo en el resultado final, pero dejó evidencia de un sinfín de errores continuados en las pugnas, ley de la ventaja y lances diversos, lo que provocó la consabida pañolada del respetable.

En esa tesitura, la igualada parecía inevitable, a no ser que se diera alguna jugada aislada que resultara desequilibrante. La tuvo Toquero en un balón que midió mal la zaga local, pero entre el cansacio acumulado que no le permitió definir con criterio y la salida al mano a mano de Ricardo, faceta en la que mejor se desenvuelve el cancerbero rojillo, todo quedó en nada.

 

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