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Sankt Pauli, al abordaje de la Bundesliga coincidiendo con su primer centenario

Los Piratas regresan a la élite. Tras su último y efímero paso por la Bundesliga en la campaña 2001-02, el St. Pauli se ganó el ascenso este pasado fin de semana. El tañido de las campanas del «Hell Bells» de los AC/DC hará temblar en el Millerntor a los mejores equipos germanos.

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Natxo MATXIN

No es un club de fútbol al uso. Ni falta que le hace. El Sankt Pauli es el fiel reflejo deportivo de lo que representa el barrio hamburgués del mismo nombre que lo acoge en su seno. Gente proletaria, juventud contestataria, estibadores, prostitutas y okupas habitan sus calles y, cuatro siglos después de su fundación, sigue siendo un foco de resistencia a las injusticias del mundo capitalista y un oasis libertario dentro de la cuadriculada Alemania.

Como no podía ser de otra forma, su equipo plasma en las gradas del Millerntor-Stadium todas esas inquietudes, que les han llevado a emprender campañas solidarias con países como Cuba. Sus aficionados alardean sin complejos de ser antifascistas, antirracistas y antisexistas, lo que les ha traído no pocos problemas en un país en el que la presencia nazi todavía se deja notar en el fútbol. Ejemplo de ello han sido sus enfrentamientos con el Hansa Rostock, que acogía en la década de los noventa a una de las hinchadas fascistas más violentas del estado germano.

Conflictos ideológicos aparte, el St. Pauli puede vanagloriarse de contar con una de las parroquias más fieles del balompié teutón, para lo bueno y para lo malo. No es muy normal que 15.000 fieles abarroten las localidades de un campo cuando se está jugando en la Regionalliga Nord, el equivalente a la Tercera División. Porque el club que adopta la calavera pirata como su símbolo oficial ha pasado por todo tipo de altibajos, tanto deportivos como económicos.

Al borde de la bancarrota tras su estreno en la Bundesliga en 1977, logró recuperarse a mediados de los 80 con el denominado fenómeno «Kult» y coincidiendo con el traslado de su terreno de juego a la zona del muelle, área de ocio nocturno y barrio chino de Hamburgo. Sus pasos por la máxima categoría del fútbol alemán siempre han ido acompañados de penurias financieras. La historia volvió a repetirse en el más reciente, en la temporada 2001-02, de ahí que el ascenso obtenido hace ocho días haya sido acogido con entusiasmo por su afición, pero también con precaución, en especial por parte de sus rectores.

Pese a las graves consecuencias económicas que tuvo aquella campaña en sus arcas, lo más relevante que se recuerda de ella fue la heróica victoria que consiguieron como locales ante el Bayern de Múnich (2-1), por entonces considerado el mejor equipo del mundo tras haber ganado la Copa Intercontinental de 2001. Aquella hazaña, impresa todavía en camisetas que se comercializan a día de hoy, les animó a ponerse el sobrenombre de Weltpokalsiegerbesiege, vencedores del Campeón Mundial de Clubes.

Enemigos acérrimos

Pero la principal rivalidad la mantiene el St. Pauli con sus vecinos, el HSV Hamburgo, al que no le consideran equipo de la ciudad hanseática por localizarse su estadio en las afueras. Bien distinta, y también curiosa, es la relación con otros clubes, bastante más distantes. Es el caso del argentino Club Atlético Platense, ahora en la Segunda División, con quien comparte el color marrón de la indumentaria, una tonalidad muy poco utilizada por los equipos de fútbol. No es extraño ver a alemanes hinchas del St. Pauli ejerciendo de turistas en las gradas del estadio de los denominados calamares.

Son numerosos los personajes del mundo de la cultura, especialmente la música, que se han declarado seguidores del modesto conjunto germano. Entre los más conocidos, los miembros de Bad Religion, que jugaron un partido benéfico en el año 2000 con el tercer equipo, el líder de Sisters of Mercy, Andrew Eldritch, o los suecos de Turbonegro y los londinenses de Asian Dub Foundation. A las campanas del infierno con que inician sus partidos en el Millerntor se une la acelerada Song 2, de los Blur, cada vez que el St. Pauli anota un gol. Ojalá suene muchas veces esa melodía la próxima temporada.

Organizadores de la primera edición de la Fifi wild cup

Coincidiendo con la celebración del Mundial 2006 en Alemania, el St. Pauli, fiel a su condición transgresora, se embarcó en la organización de la primera edición de la FIFI (Federación Internacional de Fútbol Independiente) Wild Cup, no sin soportar las presiones de la todopoderosa FIFA o la embajada china en Alemania

El motivo no fue otro que la presencia de la selección de Tíbet en el torneo, al que se unieron las de Gibraltar, República Turca del Norte de Chipre, Zanzíbar y Groenladia -esta última organizará el campeonato de 2010-, todas ellas no reconocidas por la FIFA, como ocurre con la de Euskal Herria.

También los anfitriones tomaron parte en este torneo oficioso como República de Sankt Pauli, aunque portando los colores tradicionales del solidario club alemán. Como curiosidad, aunque lo de menos era el aspecto competitivo, Chipre del Norte se hizo con el primer puesto tras derrotar a los penaltis a Zanzíbar. N.M.

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