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Raúl Méndez Urigoitia Trabajador de Metro Bilbao

El amanecer te sorprenderá

Llegaste en 2005, cuando algunos llevábamos 10 años remando en este barco. Como suele ocurrir con todos los fichajes, a tu alrededor se creó una gran expectación que, según a quien, generó admiración, generó odio, generó envidia o simplemente generó indiferencia.

Por aquel entonces hubo quien te dio un margen de confianza. Otros ni siquiera quisieron esperar, desde el minuto uno fueron contra ti. Por arriba y por abajo, por la derecha y por la izquierda, lo que al principio eran palmaditas y sonrisas se fueron convirtiendo en afilados y peligrosos puñales.

Algunos, que no te conocíamos más allá de la pantalla de nuestra televisión, vimos que bajo la chaqueta y la corbata de un jefe (porque un jefe siempre es un jefe y terminará jodiéndote) había una persona humilde, cercana y simpática con la que poder compartir ratos y experiencias más allá de la jornada laboral.

Quisiste traer el color a la casa de los grises, quisiste impregnar de alegría la casa de los tristes, y esas cosas, tu bien lo sabes, no se perdonan sin un padrino que te avale. Dicen que no es bueno salirse del tiesto, que no es bueno ser diferente, que no es correcto intentar cambiar las normas preestablecidas (aunque éstas no estén escritas). Sin embargo, como bien te has dado cuenta, la dignidad es una palabra cuyo significado mucha aún no entiende.

En menos de cinco años se han valido de un supuesto expediente que han llevado al extremo convirtiéndolo en un despido con el que te han puesto en de patitas en la calle. Habrá quien lo vea normal, habrá quien no lo entienda aunque lo comparta, pero siempre habrá alguien dispuesto a cuestionarse las cosas. Habrá quien, por encima de la intransigencia, sepa comprender las situaciones personales, los problemas de cada cual, y el hecho de que somos personas y no máquinas.

Cuando la política es la principal directriz en los centros de trabajo, cuando los «politiquillos» de ideologías opuestas se unen en un frente común, cuando en vez de fomentar el trabajo se intenta imponer en las empresas un modelo socio-político caduco, las consecuencias son claras... se aplica la máxima «o estás conmigo o estas contra mí».

Hay quien no olvida, hay quien tiene guardados resentimientos de tiempos pasados, y en cuanto llega el poder a sus manos, aunque sea través de procesos amañados, no duda en demostrar quién es el que verdaderamente manda.

No te desanimes, Julio. El tiempo pone a cada cual en su sitio, y esa batalla, por mucho que les pese, la tenemos ganada.

Ánimo Julito, adelante, sabes que hay gente que confía en ti y que estará contigo para lo que necesites.

Ya sé que tú eres más de Eskorbuto, Cicatriz y RIP, pero voy a acabar con unas palabras de Paco Ibáñez que seguro que te reconfortarán: «Un artista tiene que ser libre en las ideas que pretende defender. A la primera concesión pierdes parte de tu libertad. La única autoridad que reconozco es la del público y el mejor premio son los aplausos que se lleva uno a casa».

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