Raimundo Fitero
Mareante
Entre cambios climáticos y golpes de efecto de los brokers y sus marionetistas, un ciudadano perdido en el marasmo informativo debe vivir en una suerte de mareante montaña rusa con gritos, alarmas, momentos valles y muchas pendientes abismales. El domingo la cadena 24 H de TVE emitió en directo una rueda de prensa en la que Felipe González se explayó sobre la realidad económica europea. Debe ser el presidente de alguna comisión de expertos que han realizado, con un «bajísimo presupuesto de un millón de euros» según aseguró, un diagnóstico sobre la crisis, sus soluciones, las causas o algo parecido. Lo único cierto es que chupó cámara, y que puestos a dejarse engañar por la capacidad telegénica, por el discurso, el énfasis y hasta por el encadenamiento de argumentos coherentes, este ex, «jubilado de la política» como repite, tiene bastante más tirón que ZP y Rajoy juntos, incluso aunque se les añadiera Aznar. Se le nota en forma, manteniendo ese tono de cinismo tan eficaz. Y lo que dijo, lo dijo, que no sé si sirve para algo, pero lo dijo.
Lo de la economía, sus crisis, los desajustes, los desvaríos, los arreglos y las soluciones, son parte de la ficción cotidiana. Cuando se cita sin sonreír una cifra como setecientos cincuenta mil millones de euros para arreglar la situación, que significa «ganar la confianza de los mercados» uno no puede nada más que ponerse a escudriñar el futuro desde la paz interior del sujeto pasivo histórico, una mera circunstancia, un número primo al que se le suman otros para acabar siempre siendo un múltiplo al que se le puede multiplicar por cero. Oyen los tiburones esas cifras sanguinolentas y sacan sus mandíbulas dentadas a pasear y se ponen a comprar acciones; claro, las mismas que había bajado días antes y las mismas que hoy bajarán hasta mínimos si de esa manera pueden ganar más, desestabilizar mucho mejor y mantener este miedo en la población que paraliza cualquier movimiento. Algunos dicen que estamos viviendo bajo un régimen absolutista, totalitario, fruto de un golpe de estado hecho desde las finanzas. Las montañas rusas marean, pero a veces descarrilan. Atentos a la Bolsa, que se nos lleva la Vida.