CRÓNICA | ELIZONDO RECUPERA SU MEMORIA
Baztan se asoma al franquismo a través de los más jóvenes
La represión del euskara, los «maquis», el adoctrinamiento franquista y los sufri- mientos de la posguerra reviven en el Baztan con una exposición en la que ven la luz los testimonios orales, que han sido rescatados por los alumnos del instituto de Lekaroz.
Aritz INTXUSTA
El palacio de Arizkunenea abrió sus puertas ayer a una exposición, con paneles y audiovisuales, en la que se desgrana cómo vivió el franquismo este valle navarro marcado por la frontera y el contrabando. El grueso del trabajo se ha coordinado desde el seminario de historia de Lekaroz y han sido los estudiantes de 4º de la ESO los encargados del trabajo de campo a través de entrevistas a padres y abuelos.
Hace ya más de 20 años que los alumnos de Lekaroz comenzaron a recabar testimonios orales, con el objetivo de «conservar las historias de la vida de los baztandarras y salvar del olvido prácticas y costumbres en trance de desaparición y dejar un registro de los euskalkis locales para futuros investigadores». Este enorme proyecto cuenta con el apoyo del instituto de historia Gerónimo de Uztariz.
Los organizadores de la exposición coincidieron en el «enorme silencio» sobre el franquismo que se extendió sobre el valle y que perdura hoy día. Pero, como explicó Martín Garde -encargado de trabajar la evolución del euskara durante el régimen de Franco-, la filosofía que movió el proyecto es que «para que la historia no se repita hay que conocerla». A su juicio, en el valle muchas de las historias se callaron por miedo. «En esta tierra, la guerra del 36 se fundió con la Segunda Guerra Mundial, con gente que huía de un lado hacia otro, y de otra, que les ayudaba». A los vecinos del valle, explica Garde, «les daba igual pasar cobre que personas, porque para ellos era lo mismo, trabajo. Pero no hablan de ello».
Juainas Paul, profesor del seminario de Lekaroz, valoró la fuerza que tienen estos sentimientos sobre los alumnos, que reaccionan con sorpresa a las penurias que pasaron sus abuelos. «Las entrevistas las han realizado en su idioma habitual, normalmente en euskara, a través de un cuestionario concreto. Después, el trabajo de los alumnos continúa con la transcripción y la puesta en común en el aula», explica Paul. La recogida de testimonios dura todo el año, se plantea a principio de curso y sirve para nota. Finalmente, todos estos archivos gráficos, sonoros y textuales se digitalizarán y quedarán a disposición de todo el que los demande. El profesor adelantó que su siguente reto será el de recabar todos los testimonios orales posibles sobre la «transición».
La investigación de los alumnos se ha centrado sobre todo en retratar la vida cotidiana, la educación, las comunicaciones o la religión. Historiadores de la comarca completan esta exposición con estudios sobre los episodios más específicos de la etapa franquista, como los «ma- quis», o la explotación de los vencidos para construir búnkeres tras la guerra.
La exposición cuenta con paneles de viejas fotografías y curiosos materiales como tebeos carlistas («Pelayos») y falangistas («Flechas») y el unitario «Flechas y Pelayos». También hay un rinconcito dedicado a materiales de enseñanza y libros de texto, que remarcan la unidad del Estado español, ensalzan religiosidad de los navarros y definen el papel que debe tener la mujer en la sociedad.
El maquis y los americanos
Por las diversas salas de la exposición, que arrancó ayer y continuará hasta el día 27, hay espacio para los capítulos más sor- prendentes que acontecieron durante los cuarenta años de dictadura. El profesor Fernando Mendiola se encargó de elaborar el panel sobre los «esclavos del franquismo». Los soldados vencidos del bando republicano fueron llevados a Baztan por sus captores para reforzar el sistema de búnkeres de la frontera y construir la llamada «Línea P».
Otro de los capítulos centrales de la exposición de Arizkunenea es el de los maquis. La aparición de estos guerrilleros antifranquistas en el valle data de 1944. Llegan a ser 800, con un núcleo de 300 hombres plenamente activo. Baztan, más que un frente, fue un lugar de paso, un escondite y una vía de comunicación. No hubo grandes enfrentamientos. El último de ellos fue en agosto de 1961, cuando catorce hombres de Valentín Lasarte acabaron muertos en un combate contra la Guardia Civil, que perdió tan sólo un efectivo.
Otro apartado curioso de la exposición está dedicado al Ejército estadounidense, que construyó un bastión durante la Guerra Fría en Gorramendi. Las investigaciones de Lander Santamaría sobre la Base de Alerta de los americanos y cómo afectó a los baztandarras el contacto con los norteamericanos constituyen un aliciente más para pasearse por Arizkunenea.