Como cada tres meses, tenía una cita obligada con las oficinas de desempleo. El día estaba marcado de antemano en el calendario, también la hora. Pero, un descuido, un lamentable olvido hizo que el día se borrara de la hoja del calendario. Nadie se dio cuenta hasta que llegó la carta con membrete oficial del Ministerio de Trabajo español. En su interior, una desagradable sorpresa sin vuelta atrás. Artículos y apartados de la Ley de Infracciones y Sanciones en el Orden Social o, lo que es lo mismo, de la legislación que regula la prestación por desempleo.

La misiva de advertencia llegó demasiado tarde, cuando el plazo para renovar el paro ya había pasado. Ya no había vuelta atrás ni forma de remediar el involuntario olvido. La respuesta a las alegaciones, además, llegó en forma de sanción; un mes sin cobrar el paro.

El error puede resultar realmente caro. Supongamos, por ejemplo, que esa cantidad mensual es el único sostén económico de una familia de cuatro miembros. ¿Cómo hacer frente entonces a los siguientes treinta días y a sus correspondientes gastos? O bien tirando de los ahorros o de la buena voluntad del resto de familiares.

Los reglamentos no atienden a explicaciones ni se detienen en intentar comprender las circunstancias que llevaron a esa persona a olvidarse de acudir a las oficinas del Servicio Público de Empleo. El castigo resulta demasiado severo, más aún en estos tiempos de crisis y de fragilidad económica. Pero, así está la ley y lo único que resta es apuntar la nueva fecha en todos los lugares visibles y aguantar el tipo como se pueda.

Como en todo, es el ciudadano de a pie quien paga las consecuencias de un sistema y un reglamento que se olvida de quienes más tienen, porque ésos no dependen ni dependerán del cobro de una prestación. Lo triste es que mientras unos se aprietan los cinturones, otros muestran su ostentosa vida en programas de televisión incalificables o acuden, como el ministro de Industria, a una final de fútbol el mismo día en que su Gobierno anuncia nuevas restricciones económicas.